Desarrollo económico y religiosidad

Recientemente se publicaron los resultados de una encuesta desarrollada por el CEP, que se adentra en la religiosidad de los chilenos. Los resultados, aunque no son sorpresivos, sí son interesantes. Las personas que declaran creer en alguna religión han bajado alrededor de un 18% desde 1998 a 2018. De este grupo, los que más han disminuido son los católicos (25% en 20 años). Si se examinan otras preguntas, se encuentra que las personas que creen en Dios bajan en el agregado de aproximadamente 91% en 1998 a 86% en 2018, es decir, casi un 6%.

A propósito de los datos de la encuesta, hace poco comentaban en un programa de radio que generalmente las sociedades se secularizan en la medida que se desarrollan económicamente. Me pareció razonable, incluso podría decirse que lo consideré intuitivo. Me puse a buscar evidencia empírica respecto del efecto del crecimiento económico sobre la religiosidad

Lo primero que encontré es que hay muchos artículos académicos que han tratado de estudiar dicha regularidad empírica. Por ejemplo, en un estudio que usa las leyes de educación obligatoria en Canadá para estimar el efecto que tiene la educación sobre la religiosidad, se encuentra que niveles más altos de educación conducen a disminuir los niveles de participación religiosa más adelante en la vida. Según el artículo, un año adicional de educación conduce a una disminución de 4 puntos porcentuales en la probabilidad de que un individuo se identifique con cualquier tradición religiosa[1].

Es decir, se afirma la idea de los panelistas radiales. Sin embargo, había más.

Otro trabajo que estudia la relación entre desarrollo y secularización es el de McCleary y Barro[2], en el que se explica que hay dos grandes teorías que relacionan la religión y la economía política. Las diferencias entre estas teorías se basan en la dirección de causalidad de las variables, es decir, si el desarrollo afecta la religiosidad o al revés.

Usando datos de varios países, encuentran una correlación negativa entre diferentes medidas de religiosidad y desarrollo económico. Gracias a la técnica estadística que usan en su trabajo, los autores afirman que la relación de causalidad implica que mayor PIB per cápita produce caídas en la religiosidad de los países y no al revés. Sin embargo, McCleary y Barro destacan que este resultado está influido por el problema de variables omitidas que están relacionadas tanto con la religión, como con el crecimiento económico. Cuando se agregan variables relevantes omitidas, como la educación o el nivel de urbanización, sorprendentemente el efecto del desarrollo económico en la religión parece desaparecer estadísticamente. Esto pone en duda el mecanismo por el cual se genera la correlación negativa entre las dos variables de interés.

Es más, en otro estudio, que usa una variación exógena en los ingresos para medir el efecto sobre la religiosidad en Ecuador, se encuentran efectos estadísticamente significativos que sugieren que las familias que ganan más, también asisten más a su iglesia[3].

En definitiva, aunque los datos permiten esperar que si Chile sigue creciendo la religiosidad continúe disminuyendo, tal como dijeron los panelistas en la radio, es difícil saber por qué. No está claro si la caída en la religiosidad en Chile es en parte causa o en parte resultado de nuestro crecimiento económico.

[1] “The Effect of Education on Religion: Evidence from Compulsory Schooling Laws”. Daniel M. Hungerman. NBER Working Paper No. 16973 April 2011 JEL No. I20,I28,Z12

[2] “Religion and Political Economy in an International Panel”. Rachel M. McCleary and Robert J. Barro. Journal for the Scientific Study of Religion, Vol. 45, No. 2 (Jun., 2006), pp. 149- 175.

[3] «The Effect of Income on Religiousness». Thomas Buser. 2015. American Economic Journal: Applied Economics, 7 (3): 178-95.

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