De regreso a la tragedia de los bienes comunes

Autora invitada: Elisa Blanco

 

En 1968, Garrett Hardin publicó su conocida Tragedia de los Bienes Comunes, afirmando que las personas que comparten un recurso común actuarán en su propio beneficio, obteniendo peores resultados que si actuaran en colaboración. Han pasado más de 50 años, por lo que cabe preguntarse si fuimos capaces de superponernos a las pesimistas teorías de Hardin, que indicaban el eventual agotamiento de los recursos comunes.

Los recursos a los que hace referencia Hardin, corresponden a bienes de libre acceso o bienes comunes. Dichos bienes se caracterizan por su no-exclusión y rivalidad1,2. La propiedad de no-exclusión hace que sea difícil o costoso restringir el consumo de dicho bien a un número específico de personas, mientras que la rivalidad implica que un mayor consumo por parte de un individuo reduce la cantidad del recurso disponible para otro individuo. Ejemplo de ello es el agua. Pese a que es un recurso escaso y mientras más personas lo usan, menos queda para el resto; es difícil y costoso restringir a las personas de usarlo. Lo mismo ocurre con el aire limpio, los pastizales en campo travieso para ganadería y los peces en un lago o en el mar, entre otros.

En estos escenarios, la Tragedia indica una tendencia de sobre-utilizar los recursos en beneficio propio, por sobre el beneficio grupal, llevando a que sean sobre-explotados3. En detalle, esto ocurre porque los beneficios individuales percibidos de obtener el recurso, serían mayores a los beneficios sociales de que todos lo obtengan en forma limitada. Es más, el comportamiento generoso o altruista de uno, por ejemplo, al ahorrar o utilizar en menor medida el recurso, inevitablemente llevará a que otro se aproveche y consuma más. De esta forma, se lleva a un actuar egoísta, en donde todos intentaríamos obtener el recurso en nuestro propio beneficio, sin mediar las consecuencias sociales, medioambientales, ni de sostenibilidad futura, y como consecuencia, obtendríamos resultados sub-óptimos para el grupo de usuarios completo.

Para resolver esta tragedia se han formulado diferentes estrategias. Por un lado, algunos autores recomiendan que el Estado administre la mayoría de los recursos naturales, de tal forma de evitar su destrucción e impedir la Tragedia. Otros, señalan que a través de la privatización de los recursos se solucionaría el problema. Estas estrategias se han aplicado en Chile y en muchos otros países, en donde el Estado fija un límite de uso, y se asignan concesiones, derechos o acciones del recurso. Sin embargo, en la práctica se observa que ni el Estado ni el Mercado, por sí solos, han logrado con éxito que los individuos generen un uso pacífico y sostenible de los recursos de uso común.

A medida que la situación se vuelve más crítica, se acentúa con mayor fuerza una “tercera vía”, en donde además del estado y del mercado, son los mismos particulares, los usuarios de diversos recursos o servicios, quienes han demostrado que pueden organizarse y realizar una gestión correcta y eficiente de los mismos. Esta vía ha sido explorada en detalle por la Premio Nobel Elinor Ostrom, quien identificó distintas situaciones en donde comunidades lograban mantener recursos de libre acceso, con la capacidad de utilizar dichos recursos en forma sostenible 4.

Este modelo de gestión colectiva es actualmente parte importante del modelo de gestión hídrica chileno, por ejemplo. El sistema de asignación inicial de Derechos de Aprovechamiento de Aguas, provisto por el Estado a través de la Dirección General de Aguas (DGA), es complementado por una gestión llevada por las Organizaciones de Usuarios de Aguas (OUA), en donde el Estado no tiene participación. La teoría que subyace este sistema indica que a través del desarrollo de organismos locales es posible superar la Tragedia de los Comunes. En este ámbito, investigadores indican que las OUAs han sabido positivamente realizar estas funciones administrativas y que poseen las herramientas normativas y administrativas para el buen manejo de las mismas, pese a que muchas subsistan en condiciones precarias 5–7.

El cambio climático presenta otra tragedia: la mayor emisión de carbono acentúa o acelera el aumento de temperatura de la Tierra. Esta tragedia deja de ser algo que pueda ser resuelto o regulado por un país en forma individual, sino que requiere la coordinación y cooperación entre países. Una vez más, una acción inicial para abordar el manejo de este recurso común, la temperatura terrestre, fue la emisión de bonos de carbono, luego de fijar un límite. Sin embargo, aún queda pendiente la parte en donde todos los países, como una comunidad, nos coordinamos en el uso sostenible de los productos de carbono. De esta forma, y con la COP acercándose, queda preguntarse qué se está haciendo y cómo fomentar el manejo del recurso Tierra, en forma común.

 

 

 

  1. Hileman, J., Hicks, P. & Jones, R. An alternative framework for analysing and managing conflicts in integrated water resources management (IWRM): linking theory and practice. Int. J. Water Resour. Dev. 1–17 (2015). doi:10.1080/07900627.2015.1076719
  2. Ostrom, E. Governing the commons. (Cambridge university press, 2015).
  3. Hardin, G. The Tragedy of Commons. Science (1968). doi:10.1126/science.162.3859.1243
  4. Ostrom, E. El gobierno de los bienes comunes. La evolución de las instituciones de acción colectiva. (Fondo de Cultura Económica (FCE), 2009).
  5. World Bank. Diagnóstico de la gestión de los recursos hídricos. Chile. Dep. del Medio Ambient. y Desarro. Sosten. (2011). doi:10.1029/2001WR000748
  6. World Bank. Estudio para el mejoramiento del marco institucional para la gestión del agua. Chile. Dep. del Medio Ambient. y Desarro. Sosten. (2013).
  7. Donoso, G. Water Policy in Chile. (Springer, 2018).

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