El desempleo no termina con la crisis

Las crisis económicas más profundas suelen venir acompañadas de grandes olas de desempleo. En efecto, según los resultados informados por Cadem en el último tiempo, un 55% de los encuestados aseguró que ha sentido mucho o bastante temor de perder su empleo producto de la crisis[1]. Por su parte, en Estados Unidos las solicitudes de subsidio por desempleo se dispararon y alcanzaron los 6 millones[2].

Se podría pensar que este temor se debe a que producto de la falta de ingresos, las personas serán incapaces de pagar necesidades básicas en el corto plazo: arriendos, alimentos, entre diversas, otras cosas. Sin embargo, existen también consecuencias fundamentales en el largo plazo que pasan desapercibidas en un principio, las cuales se conocen como las “cicatrices” del desempleo.

Una de las cicatrices que provoca el desempleo tiene relación con la trayectoria de ingresos futuros. Utilizando datos de Reino Unido, Arulampalam (2001)[3] encuentra que las personas no solo sufren reducciones en sus ingresos durante los periodos de desempleo, sino que también se ven afectados cuándo buscan un nuevo empleo. Específicamente, el autor encuentra que un periodo de desempleo conlleva a una “multa” salarial de alrededor de 6% al reingresar a trabajar, y después de tres años, ganan un 14% menos en comparación con lo que habrían recibido en caso de no haber estado desempleados.

Por su parte, utilizando datos de la ciudad de Connecticut, Couch y Placzek (2010)[4] estimaron las pérdidas de ingreso de trabajadores que fueron afectados por un despido masivo. Sus resultados indican que las reducciones salariales alcanzaron inicialmente un 30%, y seis años después, un 15%.

Lamentablemente, los efectos de largo plazo del desempleo no solo se reflejan en menores remuneraciones, sino también en la probabilidad de mantenerse empleado durante los años siguientes. Schmillen y Umkehrer (2018)[5] utilizaron datos de empleadores y trabajadores en Alemania para investigar esta hipótesis. En el artículo indican que cada día adicional de desempleo durante los primeros ocho años en el mercado laboral aumentan en medio día el desempleo en los siguientes dieciséis años.

De la misma manera, pero utilizando datos de Noruega, Nilsen y Holm Reiso (2014)[6] siguen la trayectoria de trabajadores por diez años, a través de la cual encuentran que el desempleo tiene un efecto negativo en la permanencia posterior en el mercado laboral, aun cuando tienden a decrecer en el tiempo.

Contando con la evidencia anterior, y la alta probabilidad de que la crisis actual tenga efectos importantes en términos de desempleo (como ya se ha anticipado en países de Europa y Estados Unidos), resulta trágico pensar en las consecuencias en términos de remuneraciones y empleo que enfrentaran de forma posterior a la crisis los trabajadores más afectados y sus familias.

 

[1] Información disponible en: https://www.cadem.cl/encuestas/plaza-publica-no-325-13-de-abril/

[2] Información disponible en el Diario Financiero: https://www.df.cl/noticias/internacional/economia/economia-de-eeuu-bajo-presion-maxima-solicitudes-de-subsidio-por/2020-04-02/085703.html

[3] Arulampalam, W. (2001). Is unemployment really scarring? Effects of unemployment experiences on wages. The Economic Journal, Vol. 111 (475), pp. 585-606.

[4] Couch, K. y Placzek, D. (2010). Earnings Losses of Displaced Workers Revisited. American Economic Review, Vol. 100 (1), pp. 572-589.

[5] Schmillen, A. y Umkehrer, M. (2018). The scars of youth: Effects of early‐career unemployment on future unemployment experience. International Labour Review, Vol. 156 (3-4), pp. 465-494.

[6] Nilsen, Ø. y Holm Reiso, K. (2014). Scarring Effects of Unemployment. IZA Discussion Papers, publicado en Nordic Economic Policy Review, Vol. 1, pp. 13-45.

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