Participación laboral y roles de género

Autora: Elisa Guarda.

Históricamente ha existido una baja participación laboral femenina, principalmente porque la mujer tenía asignado un rol asociado al cuidado de la familia y de la casa, siendo así desplazada del mercado laboral. En la actualidad, la Comisión Nacional de Productividad evidencia que la tasa de participación laboral femenina (TPFL) ha ido en aumento en las últimas décadas. En efecto, los países de la OCDE pasaron de un 48% en el año 1990 a un 56% en el año 2015. En cuanto a Chile, estas cifras pasaron de un 31% a un 48% para los años establecidos anteriormente[1]. La pandemia ha revertido esta situación, lo que ha provocado preocupación por parte de las autoridades. Principalmente porque altas cifras de TPLF están asociadas a factores como superación de la pobreza, empoderamiento económico, autonomía o independencia y mejor calidad de vida.

Uno de los principales factores que afectan la baja participación es la discriminación en cuanto a roles de género, en particular en relación a la familia. Por lo anterior, si bien las brechas de género y su relación con la maternidad están bien documentadas, es fundamental estudiar sus mecanismos de transmisión y su efecto causal sobre el empleo. Talamas (2021) estudia cómo la probabilidad de que los padres estén empleados, es afectada por la disponibilidad de cuidado infantil en México. Así, en esta investigación, la variable utilizada para estudiar dicho efecto, es el momento de muerte de las abuelas ya que en este país el 40% del cuidado infantil es brindado por estas[2]. Por tanto, este momento proporciona una fuente de variación de disponibilidad de cuidado infantil que identifica su efecto en la oferta de mano de obra de la madre. Para ello, el autor utiliza datos de panel, un experimento natural y una estrategia de triple diferencias; (1) considerando la situación laboral antes y después, (2) si las personas sufrieron pérdida o no y (3) la disponibilidad de cuidado infantil.

Los resultados de este artículo muestran que la disponibilidad de las abuelas para entregar cuidado infantil correlaciona positivamente con el empleo de las madres. En contraste con el efecto nulo de la muerte del abuelo en el empleo de las madres, la muerte de la abuela produce una reducción de la tasa de empleo de un 27% en promedio, pero este se desvanece si el hijo mayor tiene la edad correspondiente para ir a la escuela primaria o más.

Este efecto no se produce para los padres. Se estima que el efecto de la muerte de la abuela, reduce la probabilidad de que la madre de estar empleada en 14,7 puntos porcentuales más que el padre. Específicamente, los ingresos de las madres caen en un 53% y las horas trabajadas decrecen en 30%, lo que es consistente con la falta de flexibilidad en el mercado laboral.

En esta misma línea es que el autor muestra que las madres que dejaron la fuerza laboral son principalmente trabajadoras a tiempo completo, las cuales tuvieron que retirarse de sus trabajos en lugar de cambiarse a trabajo de tiempo parcial. En cuanto a los niveles educativos, se evidencia que la probabilidad de que madres estén empleadas cae tanto para las con educación secundaria, como para las con menor nivel educativo luego de la muerte de la abuela. Para las madres que trabajaban el en sector informal, este efecto es aún más pronunciado.

Se concluye entonces, que las diferencias entre géneros que no cambian después de la muerte de abuelas, tales como las preferencias, el nivel educativo, la experiencia, no son las únicas que provocan la brecha de género en empleo, y que por tanto, existen roles de género que tienen un efecto causal en la baja TPLF. Es por esto que incluso aunque estas diferencias (educación, experiencia, etc) fueran inexistentes, el aumento de la disponibilidad de guarderías reduciría la brecha de género en el ámbito laboral, por el rol sociocultural asociado a la mujer.

Estos resultados son extrapolables al caso de Chile. Contreras y Plaza (2007) analizan los determinantes de la participación laboral femenina en aspectos clásicos como la edad, escolaridad, estado civil y número de hijos. Encuentran resultados en la misma dirección que el estudio de Talamas (2021): el número de hijos en edad preescolar tiene un efecto negativo en la probabilidad de participar en el mercado laboral. Explican que esto puede darse tanto por carencia de acceso a cuidado infantil o preferencias personales. Los autores además estudian el efecto de factores culturales en la TPLF, como el machismo y el conservadurismo. Al incorporar estos, encuentran que estos “factores culturales inciden negativamente en la toma de decisiones de la mujer en relación a su participación en el mercado del trabajo”[3].

En síntesis, si bien la TPLF ha ido en aumento en las últimas décadas, ésta continúa siendo relativamente baja, entre otras cosas, por los roles de género establecidos.

[1] (2017). Mujeres en el Mundo Laboral: más Oportunidades, Crecimiento y Bienestar Resumen Ejecutivo. Noviembre 2021, de Comisión Nacional de Productividad. Sitio web: https://www.comisiondeproductividad.cl/wp-content/uploads/2020/02/Mujeres-mundo-laboral-resumen-ejecutivo.pdf

[2] Las abuelas brindan casi 40% del cuidado infantil de niños hasta los 6 años, lo cual constituye casi el mismo porcentaje que las escuelas y guarderías juntas. – Miguel Talamas (2021). Grandmothers and the Gender Gap in the Mexican Labor Market. Noviembre 2021, Sitio web: https://cpb-us-e1.wpmucdn.com/sites.northwestern.edu/dist/7/4221/files/2021/04/2021.01.29-Grandmother-and-the-Gender-Gap-.pdf

[3] Dante Contreras y Gonzalo Plaza (2007). Participación Laboral Femenina en Chile. ¿Cuánto Importan los Factores Culturales? Noviembre 2021, Sitio web: https://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/144552/Participacion-Laboral.pdf?sequence=1&isAllowed=y

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