Los filósofos terrenales: ¿el economista como filósofo o como fontanero?

Por Dr. Pablo Paniagua Prieto, Director Académico del Magíster en Filosofía, Política y
Economía, Universidad del Desarrollo (UDD).

A pesar de que el libro Los filósofos terrenales del economista Robert L. Heilbroner fue publicado hace más de 50 años, este libro no deja de ser un excelente referente y guía para entender el desarrollo intelectual de la economía como una disciplina social que se encuentra ubicada entre la filosofía moral y las consideraciones terrenales. Este libro publicado en inglés en 1953 bajo el título, The Worldly Philosophers: The Lives, Times and Ideas of the Great Economic Thinkers, ha sido recientemente reeditado por la Editorial Alianza en español (ver aquí). Este libro es considerado por muchos como una de las mejores introducciones ‘no técnicas’ a la historia del pensamiento económico y como una introducción clave a las temáticas y debates que han guiado a la ciencia económica desde Adam Smith hasta nuestros días. Su influencia es tal, que este libro ha sido utilizado como texto de cabecera en muchos cursos de introducción a la economía política en Estados Unidos y en el resto del mundo. Por todos estos motivos resulta pertinente ponerle atención y merece una lectura profunda.

Primero, resulta interesante detenerse en el autor de este libro, el economista Robert L. Heilbroner (1919-2005). Heilbroner fue un economista atípico (heterodoxo) dentro de la profesión, haciendo la mayoría de su carrera en la historia del pensamiento económico. Viniendo del mundo de la izquierda socialista, Heilbroner obtuvo su Ph.D. en economía en la escuela de New School for Social Research, conocido centro económico de izquierda en Estados Unidos, lugar en donde dictó clases de historia del pensamiento económico por más
de 20 años. Heilbroner no se consideraba solo un economista, en el sentido reduccionista de la palabra, sino que se consideraba por sobre todo un teórico social o más bien un “filósofo terrenal”: es decir, un pensador que está preocupado de los fenómenos sociales o un filósofo preocupado por asuntos "mundanos", como las estructuras y el progreso económico. Para Heilbroner, un buen filósofo terrenal deber ser en grado de integrar las humanidades y las ciencias sociales—integrando las disciplinas de la historia, la economía, la ciencia política y la filosofía—con el objetivo de iluminar problemas “terrenales” cruciales como la pobreza, el
progreso económico, el porqué de las revoluciones, las crisis económicas y otros fenómenos
complejos.

A pesar de ser un socialista, Heilbroner no dejó que sus pasiones políticas y la ideología nublaran su análisis económico y pensamiento crítico, por lo que este fue además un profundo crítico de los socialismos reales que intentaron planificar la economía durante todo el siglo XX, y que condujeron al mundo, de la mano de la planificación, a una ola de totalitarismo y de sistemas socialistas liberticidas. En 1989, Heilbroner declaró en la revista New Yorker: “Menos de 75 años después de su inicio oficial, la contienda entre capitalismo y socialismo ha terminado: el capitalismo ha ganado … El capitalismo organiza los asuntos materiales de la humanidad de manera más satisfactoria que el socialismo”. Además, escribió en la revista Dissent que “el capitalismo ha sido un éxito tan inequívoco como el socialismo ha sido un fracaso”, y felicitó a los economistas Friedrich Hayek y Ludwig von Mises por su análisis agudo que ayudó a iluminar la superioridad del mercado por sobre los sistemas socialistas para coordinar las actividades económicas salvaguardando las libertades individuales (Heilbroner,1990).

Adentrándonos en su trabajo, podemos decir que su más valioso legado a la ciencia económica fue su maravilloso libro Los filósofos terrenales, que pasaremos a analizar. Los filósofos terrenales es hoy un clásico de la economía política ya que logra mezclar dos cosas muy difíciles de balancear: por un lado, el rigor y la profundidad por el análisis de las ideas y debates más importantes de la ciencia económica y, por el otro, una escritura amena y simple que hacen que el libro se lea como una buena novela de ficción. Combinar la buena prosa narrativa con la penetración de las ideas económicas no es tarea fácil, basta con darse una vuelta por la mayoría de los textos y libros escritos por economistas actuales para comprender cuan escaso es dicho don que Heilbroner logra sacar a la luz en este libro.

En Los filósofos terrenales Heilbroner realiza una reconstrucción de la historia del pensamiento económico, pero haciendo un entretenido recorrido por las vidas, las ideas y el contexto social-político en el cual los más grandes pensadores económicos han hecho sus principales aportaciones a la “filosofía terrenal”. El libro revisa la vida, obra y los debates que formaron el pensamiento económico actual al explorar las figuras de Adam Smith, Thomas Malthus, David Ricardo, Karl Marx y los socialistas utópicos, Thorstein Veblen, John Maynard
Keynes y Joseph Schumpeter. Mezclando de manera maestra el pensamiento económico, la narrativa de la biografía y el contexto político de dichos pensadores, Heilbroner es capaz de extraer lecciones importantes y las ideas más trascendentales de dichas figuras. El libro es un maravilloso relato del nacimiento de la economía política como disciplina del saber y como en el fondo es una forma de “filosofía terrenal”. Es decir, comprender lo social y la humanidad, a través de exploraciones inspiradas en la filosofía, pero con los pies en la tierra y enraizado en la ciencia, al comprender que existe la escasez, los costos oportunidad (tradeoffs), rectas
presupuestarias y límites que nos imponen la realidad, el conocimiento y los incentivos. En otras palabras, Heilbroner bosqueja la filosofía terrenal entendida como pensar lo social, pero comprendiendo que “no existe tal cosa como un almuerzo gratis” (Friedman, 1977).

Los puntos más altos de este libro son sus capítulos 1 y 2 referentes al nacimiento de la economía como ciencia, el capítulo 3 referente a Adam Smith, y los capítulos 9 y 10 referidos a Keynes y Schumpeter. Quizás, uno de los puntos cuestionables de este libro es la bondad y la amabilidad intelectual con la cual Heilbroner trata las ideas de Marx, sobre todo a no dejar en claro para el lector que casi la totalidad de las ideas económicas que Marx tenía respecto al capitalismo (i.e., explotación, teoría del valor, crisis recurrentes, etc.) han sido hoy o falsificadas o consideradas por la ciencia económica como erradas (Rallo, 2022). Segundo, el otro gran error de este libro es el de concentrarse de sobremanera en el economista Thorstein Veblen y en el mundo Victoriano, dejando de lado a pensadores de la talla de John Stuart Mill y F.A. Hayek, quizás los “filósofos terrenales” más importantes del siglo XIX y XX respectivamente. Pero estos dos deslices no lo logran empañar la totalidad de la maravillosa obra de Heilbroner.

Una de las cosas más interesantes de este libro es el concepto de la “filosofía terrenal” por sobre la idea reduccionista de economía concebida hoy, y como esta idea une a figuras tan disimiles como Smith, Keynes, Marx y Schumpeter. Lamentablemente el concepto de economía como ciencia se ha ido desvirtuando durante el siglo XX, desde aquel famoso libro de Lionel Robbins (1932) An Essay on the Nature and Significance of Economic Science. En dicho texto, Robbins define la economía como: “la ciencia que estudia el comportamiento humano como una relación entre fines dados y medios escasos que tienen usos alternativos”. Dicha definición es problemática, ya que, en ella, Robbins pareciera sugerir que el problema de la economía es simplemente uno de maximización social o de asignación de recursos establecidos, que pueden resolver los ingenieros al tener dados los fines y usando recursos como restricciones. Desde aquí a ver la economía como un mero problema de maximización de ingeniería es solo un paso, como hemos advertido con el auge de la formalización matemática de la economía durante la segunda mitad del siglo XX y todos los puntos ciegos
que esto generó (Boettke, 1997).

No es casualidad entonces de que, desde la definición de Robbins en adelante, al economista se le ha concebido como si este fuera un simple ingeniero o planificador de la sociedad; o, peor aún, como diría el Premio Nobel de economía Esther Duflo, hay que ver al “economista como fontanero” (Duflo, 2017). Por lo demás, dicha visión reduccionista e ingenieril (o de fontanería) de la economía dista años luz de lo que el filósofo moral Adam Smith entendía por economía: vista como orden económico basado en el orden espontáneo de intercambios libres (Catalaxia). Dicha visión empobrecida de la economía ha sido cuestionada por otros grandes “filósofos terrenales” como F.A. Hayek (1974) y James Buchanan (1964).

Si hay algo entonces que une a figuras como Smith, Ricardo, Marx, Keynes y Schumpeter, es que estos no eran simples economistas “fontaneros”, preocupados de medir el factor elasticidad entre productos o de medir mejor la inflación para poder predecirla, sino que eran economistas que además eran teóricos sociales; es decir preocupados por una visión social o sistemática del orden económico. Estos eran economistas, entonces, que seguían el camino de Adam Smith, el entender que los fenómenos económicos están también afectados por
fenómenos ideológicos, políticos y culturales y viceversa. De esta manera, la economía no puede ser desvinculada del análisis político y del análisis cultural-ideológico en el que se encuentra. Una visión sistémica y holística de la economía que fue marginada con el nacimiento del paradigma neoclásico y formal del equilibrio general desde mitad del siglo XX hasta hoy, pero que esta recomenzando a tomar fuerza de al mando de la PPE (ver aquí).

En conclusión, contra dicha visión ‘de fontanería’ de la economía, este libro de Heilbroner es un maravilloso antídoto, ya que nos muestra que hay otra forma de hacer económica como el arte de la filosofía terrenal, es decir como una ciencia social que se encuentra entre la intersección de la economía empírica, el análisis político y el análisis filosófico-ético. Como diría el Premio Nobel James Buchanan (2000) la verdadera economía, aquella visión no pervertida de esta, se debe encontrar en un sano equilibrio entre ciencia predictiva y filosofía moral (Paniagua, 2023). En otras palabras, la “filosofía terrenal”, como lo demuestra este libro, nos recuerda que la economía es una ciencia social que se desprende del pensamiento político, filosófico y moral y, de consecuencia, por más que aspire a la objetividad y a postulados positivos (pace Friedman), esta no puede  evitar enfrentarse a juicios de valor y a debates éticos entre ciudadanos responsables; debates socioeconómicos que no pueden jamás resolverse sólo a través de argumentos matemáticos o técnicos de fontanería.

Compártelo en tu red social favorita

última edición contrafactual

Get Curated Post Updates!

Sign up for my newsletter to see new photos, tips, and blog posts.