Orígenes en los roles de género: el uso del arado

Por: Agustín Barrientos

El re pensamiento de los roles de género es uno de los temas que suele aparecer en el debate público. Este genera respuestas diversas en distintas culturas, donde cada una puede tener una visión distinta sobre cuál debiese ser el rol de la mujer en la sociedad. Por ejemplo, según datos recogidos por la World Values Survey (2022), en Egipto un 89,4% de los encuestados está de acuerdo con la afirmación de que, en tiempos de escasez laboral, los hombres deberían tener prioridad en el empleo sobre las mujeres. En contraste, en Chile, esta cifra desciende al 34,2%, y en Canadá apenas alcanza el 5,8%.

Una pregunta natural que surge es de dónde vienen estas diferencias sobre la visión del rol de la mujer en la sociedad. Al respecto, la economista danesa Ester Boserup plantea que las normas culturales sobre los roles de genero tienen su origen en el método de agricultura empleado en la época preindustrial (Boserup, 1970). En particular, existe una especial distinción sobre si en un lugar del mundo la agricultura era intensiva en el uso del arado.

El arado es una herramienta que permite abrir surcos en la tierra y remover el suelo antes de empezar la siembra. Manejar el arado exige una gran fuerza en la parte superior del cuerpo, ya que requiere de potencia y agarre para tirar de este o bien controlar el animal que lo está tirando. Por lo tanto, es un método que es generalmente llevado a cabo por un hombre (es cosa de buscar en google “arado”, en la mayoría de las fotos aparece un hombre empleándolo).

En este sentido, según Boserup, en aquellos lugares donde se desarrollaba agricultura con arado se produjo una división de género en la cadena productiva: los hombres eran quienes se dedicaban al trabajo de la tierra fuera del hogar, mientras que la mujer se dedicaba a tareas domésticas que requerían de menor potencia física. Así, en estos lugares se fue desarrollando a través del tiempo la creencia de que el trabajo dentro del hogar era el lugar “normal” o “natural” de la mujer. La hipótesis sugiere que estas visiones culturales persisten hasta el día de hoy, incluso después de la industrialización.

Para corroborar esta idea, Alesina, Giuliano y Nunn (2013) combinan una amplia gama de datos respecto al uso del arado en el pasado y actividades laborales de la mujer en el presente. Los autores logran construir un mecanismo que les dice si los individuos que viven en distintas partes del mundo provienen de una etnia que usaba el arado en la época preindustrial.  Luego, el análisis que hacen es a través de descendientes, con el fin de testear la transmisión cultural que se traspasa de generación en generación con el correr de los años.

Los autores encuentran primero que, efectivamente, aquellas etnias que usaban el arado en la época preindustrial tenían menos participación femenina en actividades relacionadas con agricultura, en comparación con etnias que no usaban el arado. Una vez corroborado esto, analizan los efectos del uso del arado en el pasado en los roles de la mujer en la actualidad.

Los resultados son interesantes. Al comparar países con niveles de desarrollo similares, se observa que aquellos con una mayor proporción de descendientes de etnias que tradicionalmente empleaban el arado presentan actualmente una menor participación laboral femenina, así como también una menor representación de mujeres en cargos políticos y en la propiedad de empresas. Estos resultados son robustos a distintas especificaciones.

Un problema con estos hallazgos es que existe una posible fuente de endogeneidad. Es plausible que, en áreas con una historia de desigualdad de género más marcada, se haya dado preferencia al uso del arado. Es decir, las diferencias en los roles de genero explican el uso del arado, y no al revés. Para abordar este problema, los autores controlan por diversas variables culturales históricas de un país, como el tipo de matrimonio ancestral, la religión y la estructura económica. El resultado es que el uso del arado en el pasado sigue teniendo un efecto estadísticamente significativo y económicamente importante en la participación laboral femenina actual.

Adicionalmente, es posible también que estos efectos de largo plazo no se deban solo a una persistencia de transmisión cultural de generación en generación, sino también porque en lugares con descendientes de culturas arado-agrícolas se desarrollaron instituciones, leyes y mercados que incentivan menos la participación femenina en actividades fuera del hogar. Para testear que el efecto es a través de transmisión cultural, los autores usan datos de encuestas para hacer un análisis a nivel de individuos nacidos en Europa y Estados Unidos, pero cuyos padres son inmigrantes y nacidos en un país con antepasados de una etnia que empleaba el arado en su agricultura.

Usando este nuevo mecanismo, obtienen que las mujeres nacidas en Estados Unidos, cuyos padres provienen de una cultura agrícola que empleaba el arado, tienen una menor probabilidad de formar parte de la fuerza laboral en la actualidad. Más aún, si solamente el padre proviene de ancestros que usaban el arado, eso implica también una menor probabilidad de que su esposa participe de la fuerza laboral. Estos resultados van en la misma dirección para individuos nacidos en Europa con padres inmigrantes.

Esta persistencia no es inmutable en el tiempo. Por ejemplo, en muchos países que tienen población descendiente de etnias que usaban el arado se ha visto un aumento en la participación laboral femenina, como es el caso en países de Europa del Este. Sin embargo, es importante tener presente cómo actividades realizadas hace siglos pueden seguir teniendo un efecto importante en nuestras costumbres de hoy.

 

Referencias

Alesina, A., Giuliano, P., & Nunn, N. (2013). On the origins of gender roles: Women and the plough. The quarterly journal of economics128(2), 469-530.

Boserup, E. (1970). Woman’s role in economic development. London: George Allen and Unwin Ltd.

World Values Survey: Round Seven. (2022) – Country-Pooled Datafile. Madrid, Spain & Vienna, Austria: JD Systems Institute & WVSA Secretariat. doi.org/10.14281/18241.1

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