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Poniendo a prueba el pink tax

Por: Agustín Barrientos de FK Economics

El término “pink tax” o “impuesto rosa” se refiere comúnmente al fenómeno donde los productos dirigidos a mujeres tienden a tener precios más elevados en comparación con productos similares dirigidos a hombres, lo que representaría una forma de discriminación de precios basada en el género. El concepto nació en Estados Unidos y usualmente suele aparecer en los medios con ejemplos como los de la Figura 1.

Figura 1: el “pink tax” en los productos

No obstante, más allá de la diferencia en precios por bienes parecidos entre hombres y mujeres, si el pink tax es una realidad, podría tener consecuencias importantes en otros aspectos económicos. En particular, si las mujeres en promedio enfrentan precios más altos por los bienes que consumen, entonces enfrentan salarios reales más bajos y también un margen potencialmente menor para acumular ahorros y consumir durante toda su vida.

En este sentido, en un paper reciente, Barnes y Brounstein (2022) estudian si las mujeres en promedio pagan un sobreprecio por los productos que compran[1]. Sin embargo, los autores permiten una definición más amplia del pink tax, estudiando todas las diferencias de consumo que pueden llevar a que los paquetes de bienes que compran las mujeres sean más caros.

Los resultados indican que las mujeres en promedio pagan 4,02% más que los hombres por productos similares. No obstante, contrario a lo que suele aparecer en los medios (como el ejemplo de la Figura 1), este pink tax está compuesto principalmente por productos que no están segmentados hacia un género en particular (i.e., ungendered products), en lugar de bienes segmentados especialmente hacia las mujeres (i.e., gendered products). Esto se debe a que son precisamente ungendered products los que componen principalmente la canasta de consumo que compran las mujeres, como ciertos tipos específicos de alimento.

El resultado anterior puede deberse a tres posibles razones: las mujeres pueden ser consumidoras más inelásticas que los hombres, la estructura de mercado de los productos que adquieren puede ser menos competitiva, o los bienes que compran pueden tener costos marginales de producción más elevados que los comprados por hombres. Para desagregar cuál es el mecanismo según el cual opera el pink tax, los autores modelan la demanda de hombres y mujeres y la oferta de productos. Con esto, estiman las diferencias en las elasticidades de cada grupo y los costos marginales de producción de los productos que compran.

Los resultados revelan que, en primer lugar, las mujeres son consumidoras más elásticas que los hombres. Por lo tanto, no deberían ser objeto de discriminación de precios mediante la imposición de márgenes más elevados. Además, los mercados de los productos que adquieren no son menos competitivos; de hecho, ofrecen una mayor variedad de productos. Sin embargo, los autores observan que las mujeres tienden a comprar productos con costos marginales de producción más altos. Por consiguiente, se concluye que la disparidad en los precios de los productos comprados por hombres y mujeres se debe principalmente a diferencias en los costos marginales.

Estos hallazgos indican que el discurso público sobre el pink tax, en el cual se suelen mencionar ejemplos particulares de diferencias de precios por gendered products, no captura en su totalidad las diferencias en los paquetes de consumo que seleccionan hombres y mujeres.

Además, los resultados sugieren también que la legislación actual que existe en Nueva York y la legislación propuesta en California, en la cual se prohíbe la diferencia de precios de productos que difieren solamente en el género al cual está enfocado (p.ej., pintar de rosado una prestobarba), probablemente no serían efectivas. Esto se debe a que las diferencias de precios en los productos que compran hombres y mujeres se explican en gran parte porque ambos grupos seleccionan bienes que difieren en cosas más allá del género, resultado que también encuentran Moshary, Tuchman y Bhatia (2021).

De esta manera, la pregunta relevante se convierte en: ¿Por qué las mujeres prefieren productos con costos marginales más altos? ¿Cómo se forman estas preferencias y pueden modificarse para aumentar la utilidad? Estas interrogantes permanecen abiertas y representan un campo de investigación interesante para el futuro.

 

Referencias

Barnes, K., & Brounstein, J. (2022). The pink tax: Why do women pay more?. Available at SSRN 4269217.

Bhatia, N., Moshary, S., & Tuchman, A. (2021). Investigating the pink tax: Evidence against a systematic price premium for women in cpg. Available at SSRN3882214.

[1] Este paper corresponde al job market paper de la economista Kayleigh Barnes.

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