Elige Educar busca que en Chile todos los niños tengan acceso a profesores y educadores de calidad. Su director ejecutivo, Joaquín Walker, nos cuenta algunos de los desafíos que tenemos como país en esta materia.
¿Podemos afirmar que los profesores afectan los resultados de sus alumnos?
Diversos estudios evidencian el impacto de la docencia a largo plazo en la vida de los alumnos tanto en su desarrollo académico como en su calidad de vida (reducción de embarazo adolescente, mayores salarios, etc). Sin duda, los profesores y profesoras son el factor intra-escuela que más incide en el desarrollo integral de los y las estudiantes, no solo en el proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que conectándose con sus realidades y sueños, procurando su bienestar socioemocional y dando herramientas para que puedan desarrollarse en plenitud. En segundo lugar, investigaciones como el Informe McKinsey afirman que la calidad del sistema educacional depende –finalmente– de la calidad de los y las docentes, siendo ellos los pilares claves para mejorar los resultados educacionales de los alumnos.
¿Cuáles son en tu opinión las reformas que se necesitan para mejorar la calidad docente?
Si bien se ha avanzado en el fortalecimiento de la profesión docente, hoy se proyecta que para 2025 podrían faltar más de 26 mil docentes idóneos en establecimientos educativos. Además, durante el periodo de admisión 2021, las carreras de Pedagogía sufrieron una baja de un 19% en el número de inscritos. Estas cifras son un llamado de alerta y requiere de esfuerzos colaborativos entre la sociedad civil, la academia, el mundo público y privado para atraer y apoyar a jóvenes con vocación a carreras de educación.
En esta línea, desde Elige Educar creemos fundamental que –para abordar este desafío– se trabaje arduamente en la atracción y retención docente. Como principales líneas de acción proponemos fortalecer la Beca Vocación de Profesor; priorizar –desde las universidades con el apoyo del Estado– a la Pedagogía como una carrera estratégica para el país, potenciando la atracción a los programas de educación; fortalecer la Política Nacional Docente, mejorando las condiciones de ejercicio y reduciendo el número de años requeridos para avanzar en la Carrera Docente en contextos de mayor vulnerabilidad; ampliar el alcance de las mentorías a profesores que comienzan su ejercicio docente; e impulsar políticas para fortalecer el empoderamiento pedagógico y autonomía profesional.
¿Nos falta valorar el rol docente? ¿Cómo podemos hacerlo?
En marzo pasado, en Elige Educar levantamos junto a GfK un estudio que identifica las cinco profesiones más valoradas en el país. Por primera vez, los profesores y educadores de párvulos, se acercaron a los abogados –quienes históricamente se han ubicado en la tercera posición–, después de médicos e ingenieros. Si bien, este resultado refleja grandes avances en términos de valoración docente, todavía tenemos grandes desafíos ya que, en comparación al año pasado, este 2021 hubo una disminución de un 19% de los matriculados en las carreras de educación.
En un contexto en el que como país nos estamos preguntando cómo construir un Chile más justo y con mayores oportunidades, tenemos que valorar a los docentes como los agentes de cambio que ejercen uno de los roles más transformadores de la sociedad.
Hay un estudio de María Lombardi sobre los resultados de capacitaciones a docentes de bajo desempeño. ¿Hace falta formar mejor a nuestros profesores?
Sin duda, Chile ha generado enormes avances en formación docente. Desde el 2014, se permite exclusivamente a las universidades formar a profesores, excluyendo a los institutos profesionales. Además, con la Ley de Desarrollo Profesional Docente se estableció la acreditación obligatoria para los programas de educación junto con fijar mayores requisitos de selectividad para estudiar Pedagogía. Es decir, ya no cualquier institución puede formar profesores y no cualquier persona puede ser docente.
Asimismo, desde hace 5 años se consagra el derecho a la formación en servicio gratuita para los profesores, lo cual permite ofrecer de forma accesible un apoyo formativo durante el ejercicio profesional.
No obstante, todavía quedan enormes desafíos en la formación de profesores. Sobre todo, es importante ofrecer herramientas que permitan a los docentes desenvolverse en un contexto de alto cambio, con aulas más diversas y con necesidades generacionales y sociales distintas. Por lo mismo, la formación de profesores debe hoy avanzar en proponer un paradigma de educación del siglo XXI, que favorezca que los docentes puedan desarrollar en sus estudiantes el desarrollo de habilidades para la adaptabilidad, como la colaboración, comunicación, pensamiento crítico y creatividad, entre otros.
¿Cuál es el rol de la evaluación docente en la calidad de la educación?
La evaluación docente busca, a través de la combinación de cuatro instrumentos de medición, posicionar a los docentes en tramos de desarrollo profesional utilizando los resultados del portafolio y de la prueba de conocimientos específicos y pedagógicos. Si bien esta medición cuenta con estándares adecuados para entregar una retroalimentación efectiva a los profesores respecto al trabajo en la sala de clases, todavía existen desventajas en su implementación. Así, se debiera avanzar a un sistema que comprenda de forma integral la calidad educativa e incluya una mirada local del desempeño docente, como de parte del equipo directivo. Asimismo, la evaluación debiera contribuir más eficazmente a la mejora del ejercicio, no quedándose solo en el diagnóstico del desempeño.
Esto no es algo fácil de lograr, pero es importante buscar creativamente soluciones para que la evaluación ofrezca oportunidades concretas para la mejora docente.
¿Tenemos un problema de disponibilidad de docentes? ¿Tendremos pronto un problema de escasez?
Según las investigaciones que hemos realizado en Elige Educar, actualmente existe un déficit de más de 13 mil profesores y casi dos mil educadores de párvulos en todo el país. Las proyecciones indican que –si no actuamos decididamente en atraer estudiantes a la formación docente y en mejorar la retención laboral de los profesores en ejercicio–, el déficit aumentaría a más de 26 mil docentes y casi siete mil educadores de párvulos al 2025. Esto representa, respectivamente, el 19% y el 22% de los que se requerirán en las aulas.
¿Y qué causa el déficit proyectado de profesores?
Por una parte, el sistema educativo está demandando más horas de profesores. Por otra parte, se están formando menos docentes. Sobre lo primero, es importante reconocer que ha habido políticas educativas muy valiosas para la calidad del ejercicio docente, como el aumento de la proporción de horas no lectivas (los docentes tienen menos tiempo de su jornada en aula y más en planificación, preparación de material pedagógico y tareas que sirven a las evaluaciones) y la mejora de los coeficientes técnicos de los educadores de párvulos (ahora se necesitan más adultos por niños en sala). Esas son buenas noticias para el quehacer docente, pero al mismo tiempo implica que los establecimientos deben contratar a más educadores.
En cuanto a la disponibilidad de profesores, ha bajado la matrícula en Pedagogía, principalmente debido a mejoras en la regulación de la formación docente (acreditación y exigencias para entrar a la carrera) y, en los últimos dos años, a causa de una baja en las postulaciones en dichos programas.
Así, estos dos factores -aumento de demanda de profesores y baja en la disponibilidad de docentes-, si bien influyen en la calidad de la docencia, afectan la cantidad de profesores en el sistema, generando este déficit proyectado.
¿Cuánto dura en promedio la carrera profesional de los educadores? ¿Es eso un problema? ¿Cómo afecta la calidad de la educación?
En Chile, según datos del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE), los profesores están –en promedio– 25 años en el sistema escolar. Sin embargo, esta cifra esconde una compleja realidad: cerca del 20% de los docentes ejerce sólo cinco años. Este fenómeno puede explicarse por las altas cifras de deserción docente ya que cada año desertan aproximadamente ocho mil profesores. Este escenario es incluso más preocupante en el caso de docentes noveles quienes al ingresar al sistema, tienen –en muchas ocasiones–, expectativas profesionales distintas a la realidad de la cultura escolar, generando un alto nivel de estrés y de frustración para estos maestros.
Esta realidad –sumado al déficit proyectado de más de 26 mil profesores idóneos a 2025–, remarca la necesidad de potenciar el acompañamiento de docentes nóveles por otros con mayor experiencia en especial en este contexto de educación a distancia. Además, se debe fortalecer una cultura de trabajo en equipo y de co-construcción de las competencias necesarias para ser un buen educador al interior de la comunidad escolar.