Este es uno de los tres artículos que publicaremos sobre los premiados con el Nobel de Economía de 2021.
Autor: Pablo Muñoz Henríquez, Profesor Asistente, FGV-EPGE.
David Card es un empirista por excelencia, un pionero en el acercamiento de la disciplina económica al método científico. Su habilidad para identificar fuentes de variación cuasi aleatoria y utilizar aquella variación con maestría estadística le permitió generar importantes -y algunas veces controversiales- hallazgos en diversos temas. Entre otras muchas contribuciones, su trabajo nos ha permitido mejorar nuestro entendimiento sobre la oferta de trabajo, el salario mínimo, la inmigración, los retornos a la educación, y la desigualdad salarial. Su enfoque empírico también ha motivado (y motiva) nuevas agendas de investigación, que amplían nuestra comprensión del mundo contemporáneo.
El trabajo de David Card sobre los salarios mínimos proporciona un buen ejemplo de esto. Según el modelo estándar en los libros de texto, un aumento en el salario mínimo reduciría el empleo. La investigación de Card y Krueger (1994) desafió esta conclusión. Utilizando un experimento natural, con datos de dos estados vecinos en los Estados Unidos -en uno de cuales se aumentó el salario mínimo- los autores mostraron que el aumento del salario mínimo no tuvo un impacto negativo en el empleo. Este hallazgo, resistido en su momento, estimuló decenas de nuevos estudios. Y gracias a ello, hoy sabemos que el impacto negativo de aumentos (moderados) del salario mínimo es más bien limitado. Este resultado, no solo cuestionó las convenciones existentes, sino que también motivo trabajo teórico y empírico para ajustar la teoría en base a la evidencia. Gracias a la investigación seminal de Card y Krueger, hoy tenemos una comprensión más profunda de los efectos del salario mínimo.
El premio Nobel de este año reconoce que para avanzar, la teoría económica debe dialogar con la evidencia. Cuando la evidencia que contradice una teoría es extensa, lo natural es reemplazar nuestros modelos por otros que puedan explicar mejor la realidad. Esto, que es la norma en las ciencias naturales, no lo es aún en la economía. Y por ello la contribución intelectual de David Card es también revolucionaria. Su trabajo abrió y abre puertas que permiten extender el alcance de la economía a dimensiones de alta relevancia para la sociedad. En contextos en los que -ya sea por razones éticas o prácticas- no se puede realizar un experimento, el trabajo de David Card nos enseña que con un buen conocimiento institucional, un uso correcto de los datos e innovación metodológica, es posible estudiar diversos fenómenos, de manera similar a como lo haría un científico en un laboratorio. Con ello, no solo se ha enriquecido el quehacer y el sentido de los economistas, sino que también se le ha dado aire a una disciplina que por mucho tiempo funcionó en base a verdades inmutables, a creencias.
David Card es un académico, y es difícil apreciar el uso de esta palabra como adjetivo sin conocerlo. Como buen empirista, él reporta sus resultados de manera objetiva, emplea datos de manera rigorosa, y advierte cuando la interpretación de los resultados requiere cautela. Y si bien es un excelente conversador, su investigación persuade no por su retórica sino por la evidencia que presenta de manera transparente e innovadora. Tal y como Richard B. Freeman señaló ya más de 20 años atrás: “la mejor manera de apreciar la habilidad con la que David explora la evidencia es mirar el tema que está investigando y preguntarse cómo lo haría uno para proporcionar evidencia al respecto…para luego ver como David lo hizo”. La mayoría de las veces, sus pares no hubiesen pensado en usar los datos de la misma manera, aunque en retrospectiva pueda parecer obvio que es la mejor y más natural forma de hacerlo.
Brillante y trabajador, directo al señalar cuando hay un problema, y solidario para buscar una solución. Así es David Card. Ha recibido innumerables reconocimientos por sus contribuciones a la economía y por su excelente labor como profesor y mentor. Sin embargo, no ha dejado de ser humilde, afable, humano. El tiempo siempre pasa rápido conversando con él. A David le gusta el vino chileno y el pisco sour, la música y la literatura (y tiene buen gusto, hace poco me contó que estaba leyendo a Alejandro Zambra). Para quienes conocemos a David, la noticia de su premio Nobel trajo muchísima alegría. Conforta saber que su huella será indeleble, y que el mundo reconoce que la economía es y será mejor gracias a él.