Autora: María Carolina Evans.
Las redes sociales nos han permitido comunicarnos de forma rápida y sencilla con personas de todo el mundo, acelerando la globalización y manteniéndonos siempre conectados. En el mundo de las redes sociales destacan aquellas aplicaciones como Facebook o Twitter, que se enfocan en conectar a las personas y permitir que compartan noticias, opiniones, entre otras cosas; y aquellas como Instagram, Snapchat o TikTok, que se enfocan en compartir contenido visual (fotos y videos). Estas últimas se conocen como plataformas visuales.
Varias veces se ha hablado sobre los efectos adversos que pueden tener las redes sociales en nuestra salud, derivados de la cantidad de tiempo que se pasa frente a las pantallas y el aumento del sedentarismo a lo que esto conlleva. Sin embargo, existe otra cara de la moneda, el efecto que tienen las redes sociales sobre la salud mental.
La investigadora Elaine Guo, en su nuevo trabajo académico “Social Media and Teenage Mental Health: Quasi-Experimental Evidence”, estudia el efecto de las redes sociales sobre la salud mental de los jóvenes. La autora utiliza datos que reportan las escuelas canadienses sobre la salud mental de los estudiantes de una comuna específica y los relaciona con datos de acceso a internet, específicamente, con datos de las empresas de servicio de internet, que reportan la cobertura, calidad y rapidez del internet en las distintas zonas.
La autora aprovecha el hecho de que el 2010 la comuna estudiada comenzó la transición a internet inalámbrico de alta velocidad, y el hecho de que no era posible instalar este tipo de internet en todas partes de la comuna. Por lo tanto, logra comparar a personas que tienen características muy similares y que lo que principalmente los diferencia es su acceso a un internet de mejor calidad. Esto último es relevante, ya que las redes en que se comparte contenido visual, como Instagram, requieren de un internet de calidad para mantenerse constantemente conectado, a diferencia de aplicaciones como WhatsApp o el uso de Google.
Para encontrar el efecto que tienen las redes sociales en la salud mental, Guo compara la salud mental de los jóvenes con acceso a internet inalámbrico con la de aquellos que no tienen acceso a este tipo de internet, antes y después de la aparición de las plataformas visuales (esto es en octubre del 2010 con la aparición de Instagram). Además, observa el efecto por separado para hombres y mujeres.
La autora encuentra que en los sectores donde no hay internet inalámbrico, no hay una diferencia significativa en la salud mental de los y las jóvenes tras la aparición de las plataformas visuales. Mientras que para las zonas donde hay internet inalámbrico, encuentra que, al pasar unos años de la aparición de estas plataformas, la salud mental de las mujeres empeora un 90% más que la de los hombres.
¿Qué está afectando desproporcionadamente a las mujeres? La autora explica que se relaciona al componente social de la experiencia online: comparación social, ciberacoso y los comportamientos depredadores hacia las mujeres; y al mayor enfoque y sensibilidad de las mismas a las relaciones interpersonales (Guo, 2022).
Un factor que explicaría el resultado, ya que afecta mayoritariamente a mujeres, específicamente a mujeres adolescentes, es la comparación social, la cual parece estar estrechamente relacionada con la imagen corporal (Guo, 2022). La autora muestra evidencia de un estudio realizado por Meta el 2019, en el cual se menciona que los adolescentes culpan a Instagram por el aumento en la tasa de ansiedad y depresión y que Instagram empeora los problemas de imagen corporal para una de cada tres adolescentes. Esto se asevera con el hecho de que muchas veces el contenido publicado está editado. De hecho, algunas plataformas visuales promueven el uso de filtros a la hora de subir contenido.
El uso de redes sociales ya forma parte de nuestra rutina. La evidencia presentada demuestra la importancia de cuidarnos ante los efectos adversos que puede ocasionar este componente tan cotidiano de nuestras vidas. Específicamente, el especial cuidado que se debe tener en la cantidad y calidad de contenido que observamos y los efectos negativos que este puede tener en nuestra salud mental. La evidencia nos invita a ser conscientes de este lado B de las redes sociales.