Por Jorge Fantuzzi, socio FK Econimics
Es entendible que la marcada subida en el precio de las papas después de las condiciones climáticas adversas sea motivo de preocupación. Sin embargo, resulta llamativo que el ministro de Agricultura sugiera, sin proporcionar evidencia concreta, que detrás de este aumento podría existir una conducta contraria a la libre competencia por parte de algunos actores en este sector. En concreto, se menciona una posible colusión por parte de los distribuidores más grandes, una denuncia que ha sido presentada ante la Fiscalía Nacional Económica (FNE) para que ésta la investigue.
En cualquier mercado, la evolución de los precios se explica en función de la dinámica entre la oferta y la demanda. Para que exista colusión, el aumento de los precios debe estar explicado por el acuerdo. Si existen hipótesis alternativas plausibles, entonces no se puede condenar por dicha conducta. Es decir, no pueden haber factores de oferta y demanda que “siembren” la duda respecto del posible acuerdo.
En el caso de las papas, la superficie destinada al cultivo ha ido disminuyendo en los últimos años debido a diversos factores, tales como los costos y la sequía, lo que ya hace complicado suponer que sólo una colusión podría hacer aumentar los precios. Adicionalmente, en este mercado participan miles de agricultores en todo el país, lo que hace poco probable cualquier forma de coordinación entre ellos. Además, en lo que respecta a la distribución, existen diversos mecanismos que van desde el abastecimiento directo en algunos casos hasta la intervención de grandes cadenas de supermercados y otros mercados mayoristas que suministran a las ferias libres, entre otros. Lograr un cartel a este nivel también es una tarea compleja debido a la diversidad de actores involucrados.
En consecuencia, la seriedad de la acusación del ministro de Agricultura obliga a que responsablemente se hubiese respaldado con pruebas concretas que la sustenten. No sólo porque obliga a la FNE a perder su tiempo investigando algo que no tiene soporte. También porque acusa directamente a los agricultores de estar cometiendo un delito.
Sin embargo, nada de lo anterior ocurrió. El ministro tuvo que darse una vuelta de carnero cuando le llovieron las críticas. Es un perfecto símbolo del deterioro en la calidad de las políticas públicas que nos aqueja hace tanto tiempo. La superficialidad, lo banal, lo frívolo, le gana a la reflexión y le permite a nuestras autoridades hacer acusaciones tan serias sin mayores costos. Al final pesa más en las decisiones de las autoridades si van a tener o no un minuto de fama con lo que están proponiendo, aunque sean sinsentidos, que la búsqueda de soluciones concretas y correctas a los problemas que nos afectan. En eso sí que creo que hay acuerdo.