Durante el mes de mayo el Consejo Nacional de Educación anunció la modificación curricular para los alumnos de tercero y cuarto medio. Se confirmó, entre otras cosas, que la asignatura de Educación Física dejará de conformar parte del plan obligatorio de ramos en los últimos dos años de la enseñanza media.
Según cifras entregadas por la OCDE[1] en el año 2016, Chile estaba segundo en el ranking de obesidad de la población mayor a 15 años, con un 34,4% de dicha población en condición de obesidad. Más allá de que la Educación Física en los colegios sea una buena herramienta para combatir el sedentarismo que conlleva a las altas cifras de sobrepeso y obesidad que hoy presenta la sociedad chilena, existe una larga lista de beneficios de salud, neurobiológicos y psicosociales que se derivan de la realización de actividad física constante en los jóvenes.
En un resumen de la evidencia científica, realizado por la Organización Mundial de la Salud[2], se concluye que mayores niveles de actividad física en los adolescentes están asociados a múltiples indicadores de salud más favorables: mayor capacidad cardiorrespiratoria, incremento de la fuerza muscular, mejoramiento del perfil de riesgo de enfermedades cardiovasculares o metabólicas, reducción de la grasa corporal, fortalecimiento óseo y disminución de los síntomas derivados la depresión, entre otros.
Además, un estudio realizado por el Instituto de Medicina de Estados Unidos[3] expone que mayores niveles de actividad física en los colegios aumentan el rendimiento académico de los alumnos. Específicamente, hay ciertas funciones cognitivas básicas relacionadas con la capacidad de atención y la memoria, que se ven estimuladas por la actividad física y una mayor capacidad aeróbica, lo que a su vez genera un mejor rendimiento académico.
Asimismo, un meta-análisis[4] realizado en el Reino Unido en el año 2013, concluye que existe evidencia del efecto causal de las autopercepciones físicas estimuladas por el ejercicio sobre los indicadores de percepción de bienestar personal como la autoestima y el autoconcepto. En la misma línea, en Portugal[5] se demostró que los adolescentes que se ejercitan regularmente presentan con menor frecuencia trastornos alimenticios y tienen un mejor funcionamiento psicológico.
No obstante, la contribución del deporte y la actividad física para el desarrollo integral de los niños y jóvenes no se limita únicamente al rol de estimular el funcionamiento cognitivo y el bienestar de la salud. En efecto, en abril del año 2016, se realizó en Copenhague una conferencia[6] en la cual se congregaron 24 investigadores académicos provenientes de 8 países distintos, con el fin de alcanzar un consenso -basado en evidencia científica- sobre los alcances de la actividad física en los niños y jóvenes entre los 6 y los 18 años.
Aparte de los hallazgos ya mencionados, en la conferencia se concluyó que los programas de desarrollo basados en actividades físicas que tienen una intención deliberada de promover las habilidades “blandas” de los adolescentes, logran traspasar de manera efectiva la capacidad de autocontrol, el respeto por los pares, el sentido de la responsabilidad social y otras nociones interpersonales. Se destaca además que el desarrollo de amistades y la inclusión en grupos durante la actividad física se correlacionan de manera positiva con los conceptos de trabajo en equipo, motivación intrínseca y voluntad de participación.
Adicionalmente, de la conferencia de Copenhague se extrae también que se puede promover la inclusión social en los jóvenes al proveer un acceso equitativo de estos últimos a oportunidades relacionadas con la actividad física y el deporte en los colegios. Para que el incentivo de dicha preferencia por la inclusión social en los jóvenes sea más relevante es de suma importancia que los programas de actividad física incluyan jóvenes provenientes de distintos entornos sociales, culturales, económicos y demográficos.
Los postulados a los cuales se ha hecho referencia se ven respaldados por el Foro Económico Mundial y las Naciones Unidas. El Foro de Davos publicó en abril del año 2012 un artículo[7] donde se expone que: “Los programas de deportes orientados hacia el desarrollo pueden convertirse en una herramienta muy poderosa de aprendizaje. Promueven la participación, la inclusión, la disciplina, la tolerancia, la igualdad de género y el trabajo en equipo. Los conceptos mencionados son problemas por resolver en los sectores vulnerables de los países en vías de desarrollo, los cuales pueden ser tratados al adoptar programas que los mencionan explícitamente como parte de su rutina.”. Por su parte, las Naciones Unidas[8] plantean que el deporte proporciona un medio para aprender habilidades como la disciplina, la confianza y el liderazgo, además de enseñar valores fundamentales como la tolerancia, la cooperación y el respeto.
Luego de enumerar las decenas de beneficios que genera la actividad física en los jóvenes surgen las siguientes interrogantes: ¿Cuáles son las prioridades de un adolescente entre los 16 y los 18 años? ¿Son conscientes los jóvenes que cursan tercero y cuarto medio de todas las consecuencias positivas que genera el deporte en su desarrollo humano, académico, físico y psicológico? ¿Será realmente una decisión correcta permitir que los cursos de educación física sean optativos?
[1] Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico [OCDE]. (2017). Obesity Update 2017.
[2] Organización Mundial de la Salud (OMS) (2010). Global recommendations on physical activity for health. Geneva, Switzerland: WorldHealthOrganisation.
[3] IOM (Institute of Medicine). Educating the Student Body: Taking Physical Activity and Physical Education to School. Washington, DC: The National Academies Press; 2013.
[4] Verburgh, Lot & Königs, Marsh & Scherder, Erik & Oosterlaan, Jaap. (2013). Physical exercise and executive functions in preadolescent children, adolescents and young adults: A meta-analysis. British journal of sports medicine.
[5] Gomes, A. R., Martins, C. and Silva, L. (2011), Eating disordered behaviours in Portuguese athletes: The influence of personal, sport, and psychological variables. Eur. Eat. Disorders Rev., 19: 190-200.
[6] Jens Bangsbo, Peter Krustrup, Joan Duda, Charles Hillman, Lars Bo Andersen, Maureen Weiss, Craig A. Williams, Taru Lintunen, Ken Green, Peter Riis Hansen, Patti Jean Naylor, Ingegerd Ericsson, Glen Nielsen, Karsten Froberg, Anna Bugge, Jesper Lundbye-Jensen, Jasper Schipperijn, Symeon Dagkas, Sine Agergaard, Jesper von Seelen, Charlotte Østergaard, Thomas Skovgaard, Henrik Busch, Anne Marie Elbe. (2016). The Copenhagen Consensus Conference 2016: Children, Youth, and Physical Activity in Schools and during Leisure Time. Copenhagen: Copenhagen Centre for Team Sport and Health, Department of Nutrition, Exercise and Sports, University of Copenhagen.
[7] https://www.weforum.org/agenda/2012/04/sports-as-a-tool-for-social-change/
[8] United Nations. (2003). Sport for development and peace: Towards achieving the millennium development goals: report from the United Nations Inter-Agency Task Force on Sport for Development and Peace. New York: United Nations.