Automatización Laboral: nadie sabe para quién trabaja

El pasado miércoles 10 de julio más de 17 mil trabajadores comenzaron la huelga legal más grande que ha visto el sector privado en los últimos 30 años. Los trabajadores exigen, entre otras cosas, un reajuste salarial de un 4% por multifuncionalidad y evitar el despido de tres mil trabajadores debido a la automatización de ciertas funciones que busca implementar la empresa transnacional.

Bajo ese contexto, surgen las siguientes interrogantes: ¿De dónde proviene la intención de las firmas por automatizar las funciones realizadas por sus trabajadores? ¿El incentivo es diferente en industrias donde los trabajadores poseen restricciones intrínsecas de rendimiento?

Según Daron Acemoğlu (2018)[1], profesor de Economía del MIT, cuando el factor capital se vuelve relativamente muy barato en comparación al costo de los salarios de los trabajadores, la automatización de las funciones de los trabajadores mediante tecnología se vuelve una alternativa cada vez más atractiva, generando un crecimiento de la cantidad de funciones o productos realizados con factor capital en lugar capital humano. En efecto, se generan incentivos para la introducción de nuevas tecnologías -como la automatización- que les permita a las firmas utilizar más intensamente el factor más barato (capital), en desmedro del factor más caro (trabajo).

En cambio, en un contexto donde la diferencia en el precio de largo plazo de ambos factores es comparativamente pequeña, se obtiene un escenario llamado trayectoria de crecimiento equilibrado, lo cual implica una expansión simultánea de ambos factores. En otras palabras, la automatización de funciones laborales a través de la tecnología se vería acompañada por la creación de otros empleos y el crecimiento de los salarios.

De lo anterior se deduce lo que parece intuitivo, que la voluntad de automatizar por parte de las firmas proviene de diferencias significativas en los costos de los factores: si realizar una función a través de la tecnología resulta mucho más barato que pagar por un trabajador que cumpla la misma función, entonces se genera un incentivo para la empresa de reemplazar esa función mediante la automatización.

Por ende, dado que en el caso de la industria supermercadista la productividad del factor trabajo no se puede aumentar en el tiempo debido a restricciones naturales -un cajero posee una restricción de capacidad de cuantas compras puede atender al día-, los supermercados tienen incentivos a integrar la automatización a aquellas funciones donde no existe la posibilidad de disminuir el costo de los salarios o bien aumentar la productividad del trabajador.

Además, la sindicalización realizada por los trabajadores para evitar la automatización por parte de Walmart Chile genera un encarecimiento adicional del factor trabajo de la empresa supermercadista. Entonces, se generan aún más incentivos para automatizar las funciones realizadas por esos trabajadores que se vuelven relativamente más caros. En simple, los esfuerzos del sindicato por frenar la inversión en automatización de la empresa pueden implicar efectos en la dirección contraria, es decir, más automatización. En definitiva, parece que como dice el refrán, nadie sabe realmente para quien trabaja.

Teniendo en consideración que “al reducir el costo efectivo del factor trabajo en las funciones menos complejas mediante la automatización se generan disuasivos a mayores automatizaciones y se produce una fuerza de autocorrección hacia la estabilidad” (Acemoğlu, 2018), quizás al sindicato le convendría más exigir capacitaciones para adaptarse a los nuevos desafíos laborales que implica la ola de automatización inminente en lugar de tratar de evitarla.

 

 

 

[1]Daron Acemoğlu & Pascual Restrepo. (junio 2018). The Race Between Man and Machine: Implications of Technology for Growth, Factor Shares and Employment. American Economic Review, 108(6), 1488-1542

Compártelo en tu red social favorita

Get Curated Post Updates!

Sign up for my newsletter to see new photos, tips, and blog posts.