Por Raúl Mejía, Country Manager México FK Economics
Si bien existen numerosos estudios respecto del impacto de las políticas de desegregación en la educación de los afroamericanos, no es así con los México-americanos. Durante buena parte del siglo XX en California, los estudiantes México-americanos eran separados en “Escuelas para mexicanos” bajo el argumento de que tenían necesidades especiales debido a que su lengua nativa era el español. En 1945, Gonzalo Mendez y otros cuatro padres de origen México-americano demandaron a cuatro distritos escolares del Condado de Orange, California, en un acorte federal. Los demandantes argumentaron que la segregación existente en los mismos violaba sus derechos constitucionales. En 1947, la Corte federal del noveno circuito concluyó que segregar a los estudiantes hispanos era inconstitucional (la “Decisión Mendez”).[1]
Aprovechando esta decisión, y utilizando datos de los censos de los Estados Unidos, en “The Long-Run Impacts of Mexican- American School Desegregation”, Francisca M. Antman y Kalena E. Cortez buscan cuantificar el impacto (medido en años de educación alcanzados) que tuvo esta desegregación.
Existen algunas dificultades para poder calcular este impacto. En particular, no existen datos oficiales respecto de la segregación de estudiantes México-americanos. La segregación no estaba contemplada en el código educativo estatal, por lo que esta práctica era implementada de forma distinta en cada condado. Tampoco existen registros de qué localidades separaban a los estudiantes hispanos.
Sin embargo, la evidencia histórica muestra que la segregación era más revalente en condados con un alto porcentaje de población hispana. Considerando lo anterior, las autoras comparan los condados con una mayor proporción de población hispana (por encima del percentil 75) y los que tienen una menor proporción (debajo del percentil 25). Bajo los supuestos considerados, los primeros tendrían una alta probabilidad de estar segregados, mientras que los segundos tendrían una probabilidad baja.
El estudio realizado por Antman y Cortez muestra un incremento en el desempeño educativo de los niños que se beneficiaron de esta desegregación. El efecto de la desegregación representó un incremento de 0,9 años de educación para los estudiantes hispanos. Es decir, los estudiantes que iniciaron la escuela después de la decisión Mendez, alcanzaron casi un año más de educación, en comparación con los que ingresaron diez años antes. Los autores también analizan los impactos en niños que nacieron entre diez y veinte años antes, y encontraron un efecto aún mayor: 1,9 años adicionales de educación.
Lo anterior sugiere un amplio incremento en los años de educación alcanzado para los estudiantes hispanos que iniciaron la escuela antes de la Decisión Mendez y cierta evidencia de beneficios parciales para aquéllos que ya estaban en la escuela.
Con respecto a los niños blancos no hispanos, las autoras incluso encontraron evidencia de una reducción en el desempeño escolar en los niños que iniciaron la escuela después de la decisión Mendez y que pertenecían a condados más segregados.
Antman y Cortez sugieren que estos movimientos se deben a un giro hacia una mayor equidad en la distribución de recursos entre condados y entre estudiantes pertenecientes a diferentes grupos étnicos a raíz del final de la segregación. Sin embargo, señalan que no cuentan con los datos que permitan asegurar que este fue el mecanismo. En todo caso, los resultados demuestran un importante nexo causal entre la desegregación y una mayor equidad para los estudiantes pertenecientes a diferentes grupos.
[1] Mendez, et al v. Westminister [sic] School District of Orange County, et al, 64 F.Supp. 544 (S.D. Cal. 1946),[1] aff’d, 161 F.2d 774 (9th Cir. 1947) (en banc),[