Autor: Joaquín Galeno
El pasado miércoles 4 de marzo el congreso aprobó el mecanismo de paridad que se aplicará para la elección de constituyentes que tendrá lugar en octubre en el caso de que gane el “apruebo” en el plebiscito de abril. Con esto, y dentro de la semana del día internacional de la mujer, se ha retomado el debate acerca de la implementación de medidas de acción afirmativa en el sistema político, en particular, para la incorporación de la mujer.
La diversidad de estas medidas es amplia, existen cuotas a nivel de candidatos (como las que se tienen en las elecciones parlamentarias), asientos reservados y también cuotas de resultados, como las recientemente aprobadas para el proceso constitucional.
El objetivo de esta columna es exponer parte de lo que la literatura económica ha descubierto a partir de la aplicación de estos diversos tipos de medidas de acción afirmativa en la población femenina.
Desde una perspectiva clásica, las políticas de acción afirmativa son innecesarias, ya que en el “mercado de la representación” si existen una cantidad suficiente de candidatos, estos ofrecen efectivamente aquellas políticas que los votantes quieren, puesto que, de no hacerlo, estos pueden ser castigados por sus electores, perdiendo su escaño. Además, los electores eligen dentro de aquellos que están en el set de sus preferencias, a aquellos que están más capacitados para las tareas de representación, y esta información es conocida por los electores ya que no habría barreras de información.
Finalmente, bajo la teoría clásica, los partidos políticos, que buscan maximizar su participación en los espacios de poder, no consideran el género de sus militantes a la hora de escogerlos como candidatos, sino las posibilidades que estos tienen de ganar la elección.
Sin embargo, existe tanto evidencia dentro como fuera de Chile que muestra que el “mercado de la representación política” está lejos de comportarse de acuerdo a la teoría clásica, al menos cuando se trata de la representación femenina.
En el plano internacional, De Paola et al (2010) y Beaman et al (2009) muestran cómo la incorporación de mujeres en el sistema político genera una reducción de los sesgos negativos en contra de las mujeres y que el aumento de presencia de mujeres en espacio de liderazgo político aumenta la probabilidad de las candidatas de competir y ganar en elecciones locales. En relación a las políticas que generan las cuotas, Clots-Figueras (2011) muestra cómo legisladoras mujeres en cupos reservados cambian políticas hacia aquellas que favorecen a las mujeres, así como también aumentan la redistribución.
Pero aún más, existe evidencia de que los partidos no son neutrales ante la incorporación de cuotas de género, en particular porque quienes lideran los partidos son mayoritariamente hombres. En esta línea, Esteve-Bolart y Bagues (2012) muestran para España cómo los partidos nominan en peores posiciones a sus candidatas aun en contextos donde el orden de los candidatos es determinado por el orden alfabético. El caso sueco es ilustrado por Beasley et al (2017) donde se evidencia el rol que tienen los líderes de partidos (hombres) para dificultar la entrada de mujeres, puesto que aumenta la competencia en este mercado, lo que termina por aumentar la probabilidad de que pierdan el liderazgo partidario.
Finalmente, para el caso chileno, Galeno et al (2019) explora los efectos de la incorporación de cuotas de género en la nominación de las candidaturas en la papeleta y también en los fondos recibidos por parte de los partidos para financiar las campañas. Los resultados muestran que los partidos empeoran la posición de sus candidatas y les entregan menos fondos que a los candidatos hombres que nominan para competir incluso luego de controlar por experiencia y educación.
¿Qué lección podemos aprender de la evidencia? Lo primero es que las medidas de acción afirmativa tienen efectos en este mercado. Cambian políticas, reducen sesgos negativos hacia las mujeres y hacen variar las condiciones en los que los partidos políticos compiten. Y en segundo lugar, dado que el poder político está distribuido de forma desigual entre hombres y mujeres, habrá perdedores y ganadores (en general, ganadoras) de estas políticas. Por lo tanto, los perdedores, que ostentan actualmente el poder político, responderán a estas iniciativas de la forma que puedan, lo que realza la importancia de que el diseño de política contemple estas posibles respuestas de manera que no sea posible “bypassear” estas medidas.
Referencias:
Beasley, T.J., O. Folke, T. Persson & J. Rickne (2017). Gender quotes and the crisis of the mediocre man: Theory and evidence from Sweden. American Economic Review 107(8). 2204-2242.
Beaman, L., R. Chattopadhyay, E. Duflo, R. Pande & P. Topalova (2009). Powerful women: Female leadership and gender bias.Quarterly Journal of Economics 124(4), 1497-1540.
Clots-Figueras, I. (2011). Women in politics: Evidence from the Indian States. Journal of Public Economics 95, 664-690.
De Paola, M., V. Scoppa & R. Lombardo (2010). Can gender quotas break down negative
stereotypes? Evidence from changes in electoral rules. Journal of Public Economics 94(5). 344-353.
Esteve-Volart, B. & M. Bagues (2012). Are women pawns in the political game? Evidence from elections to the Spanish Senate. Journal of Public Economics 96(3). 387-399.
Galeno, J., F. Gallego & F. González (2019). ¿Candidatas o espectadoras? Un análisis de impacto de la ley de cuotas. Estudios Públicos 154. 7-41.