Un 76% de los chilenos considera que los problemas de seguridad pública han aumentado en el país en el último año. Al consultar las tres principales razones que están generando mayores problemas de seguridad, un 50% señala que es producto de las bandas criminales organizadas y un 47% por el insuficiente control en las fronteras. Si bien mucho se habla de cómo ha cambiado la percepción de la seguridad, es fundamental contrastar esto con la realidad de los datos[1].
El Informe Crimen Organizado en Chile 2025, elaborado por la Unidad Especializada en Crimen Organizado y Drogas (UCOD) de la Fiscalía Nacional, ofrece algunas cifras del crimen organizado en nuestro país durante los últimos años. Los datos revelan que ya no nos enfrentamos solo a delitos aislados, sino a una industria delictual que opera bajo una lógica de mercado integrada, conocida como el “triángulo de la criminalidad”, una estructura con matices regionales, pero transversal a todo el territorio[2].
Primer vértice: el motor financiero (drogas y delitos predatorios)
El primer vértice es el motor financiero, vinculado con el narcotráfico y los delitos predatorios.
El informe sostiene que el tráfico de drogas está influenciado fuertemente por: (i) la cercanía con países productores de materias primas y droga; (ii) la extensa frontera nacional —que se refleja en diversos pasos fronterizos habilitados y no habilitados—; (iii) el aumento en la demanda de droga; (iv) las elevadas ganancias de la actividad; y (v) por la sofisticación de las organizaciones criminales dedicadas a este mercado ilícito.
Las cifras respecto del tráfico de drogas se han mantenido relativamente constantes durante el último tiempo, representando casi la mitad de los ingresos del crimen organizado. Sin embargo, los tipos de drogas y formatos en que se presentan han evolucionado, destacando la irrupción de la ketamina, aunque el cannabis sigue liderando las incautaciones postpandemia.
Por su parte, los delitos predatorios (secuestros y extorsiones) muestran un aumento progresivo en los ingresos referentes al secuestro, demostrando que los delincuentes están diversificando las estrategias de financiamiento, en cuanto los ingresos de este tipo de crímenes no dependen de la fluctuación de mercado.
A continuación, se muestra como han aumentado los ingresos delitos de extorsión.

Asimismo, se presenta un fuerte incremento en la innovación y tecnología, el aumento del uso de las criptomonedas, el uso de aplicaciones de mensajería y la utilización de celulares, incluso desde las cárceles, para coordinar el tráfico de drogas, como se muestra en la figura 3.

Segundo vértice: el instrumento de control (las armas)
El segundo vértice es el instrumento para ejercer poder a través del tráfico de armas. Los ingresos por este tipo de delitos han experimentado un aumento del 90%, proviniendo la mayoría de las armas usadas para delitos de la internación ilegal desde países extranjeros (pasos habilitados y no habilitados), la adaptación de armas modificables y la fabricación de armas artesanales.
Sean importadas, adaptadas o de fabricación artesanal (“hechizas”), las armas no solo se usan para cometer delitos, sino para asegurar el control territorial.

Tercer vértice: la consecuencia (homicidios)
El tercer vértice es el homicidio: la consecuencia letal de la disputa por los vértices anteriores.
Aunque la tasa general de homicidios no ha variado drásticamente desde 2022, un dato crítico es que 16,5% y 17% de los homicidios en 2024 y 2023, respectivamente, estuvieron vinculados directamente al crimen organizado, principalmente en las regiones del norte y en la zona sur de la región metropolitana.
Esta violencia surge como consecuencia del uso del homicidio como una herramienta ante disputas territoriales y “ajustes de cuentas” entre bandas. Un claro ejemplo de esta dinámica son los homicidios.

Considerando las cifras anteriores, el informe concluye que el panorama del crimen organizado en Chile revela la configuración de un ecosistema ilícito integrado, con diversos matices, y en expansión: actos criminales que antes parecían dispersos, como los secuestros, convergen ahora en una sola trama.
Esto se reflejaría en: (i) el mercado de las drogas como eje que financia actividades criminales, a lo que se han sumado nuevas formas de generar ingresos; (ii) el empleo de armas por parte de las organizaciones como instrumentos de poder para proteger sus operaciones, amedrentar a rivales y someter a poblaciones; (iii) la relevancia de los homicidios y nuevas formas de violencia y control social, como son las extorsiones y secuestros.
Ante tal escenario, las autoridades y policías deben elevar sus estándares de análisis y operación para enfrentar la amenaza con la misma sofisticación. Por ello, la estrategia exige atacar el “triángulo” de manera simultánea: el narcotráfico como motor, las armas como instrumento y los homicidios como consecuencia, mediante una respuesta integral que combine control territorial, inteligencia criminal y persecución financiera
[1] UCOD, Fiscalía (2025). Crimen Organizado en Chile. Disponible en: https://www.fiscaliadechile.cl/sites/default/files/documentos/InformeCrimenOrganizado_V2.pdf
[2] Claves Ipsos, Informe N°39, abril 2025. Disponible en: https://pazciudadana.cl/wp-content/uploads/2025/05/Claves-Ipsos-FPC-Abril-2025-Conferencia-.pdf









