Autor invitado: Andrés Gómez-Lobo, Profesor Asociado de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile.
En los años 60 una institución independiente basada en Nueva York, The Twentieth Century Fund, contrató a los economistas William Baumol y William Bowen de la Universidad de Princeton, para investigar por qué los costos de las artes escénicas subían tanto y por qué estos servicios estaban siempre desfinanciados. El resultado, expuesto en el célebre libro Performing Arts: The Economic Dilema, es lo que se conoce como la Enfermedad de Costos de Baumol.
El argumento es que la producción de determinados servicios está -por razones estructurales- caracterizada por un estancamiento de la productividad. Sin embargo, en vista de que estos sectores compiten por factores de producción con otras áreas de la economía en las que la productividad sí aumenta, los costos de dichos factores también aumentan en el tiempo. La consecuencia es obvia: estos servicios se vuelven más caros en términos relativos (en comparación con los demás bienes y servicios).
Así, para ejecutar una Sinfonía de Beethoven, por dar un ejemplo, se necesita la misma cantidad de músicos ahora que a comienzos del Siglo XIX. Sin embargo, el salario de estos músicos ha aumentado en términos reales a medida que la economía se ha desarrollado y existen nulas posibilidades de sustituir esta ‘mano de obra’ por otros factores. El resultado es un aumento del costo relativo de montar estas obras musicales, al igual que óperas, teatro, o ballet. Entre mucha evidencia que presentan Baumol y Bowen están los costos de la Orquesta Filarmónica de Nueva York entre 1843 y 1964. Estos costos aumentaron en promedio 2,5% por año mientras que la inflación de precios de insumos para la economía como un todo aumentó solo un 1% promedio al año. El resultado es que los servicios de la orquesta se hicieron significativamente más caros en esos 120 años en comparación con otros bienes y servicios de la economía.
La enfermedad de costos de Baumol se ha extendido a otros sectores donde el aumento de la productividad laboral está estancada o aumenta menos que en el resto de la economía. Generalmente son servicios intensivos en trabajo, con atención personalizada, donde resulta muy difícil reemplazar a las personas por máquinas o tecnologías. Los ejemplos clásicos incluyen el sector salud, educación y servicios gubernamentales. No es de extrañar entonces que con el tiempo, las personas y el Estado gasten una proporción cada vez mayor de su presupuesto en estos servicios.
Lo que es menos conocido es que un sector donde la enfermedad de Baumol está muy presente es en el transporte público, particularmente de superficie (buses). Investigaciones en Estados Unidos y Europa muestran que la productividad laboral en este sector no solo está estancada, sino que tiene una tendencia negativa en el tiempo. Esto se debe a que las posibilidades de sustitución de mano de obra son limitadas. Mientras no se desarrollen vehículos autónomos, se sigue necesitando un conductor por vehículo. El salario de este conductor aumenta al ritmo general de los salarios en la economía. Sin embargo, el número de pasajeros se mantiene constante o incluso disminuye a medida que las personas migran hacia medios privados de transporte. Mas aún, la creciente congestión de las vías y la consecuente reducción de velocidad hace que con el tiempo se requieren más buses para brindar el mismo nivel de oferta.
Recientemente, en un estudio que será publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo, junto al economista Juan José Price, confirmamos que los resultados descritos para Estados Unidos y Europa se dan también en América Latina. El análisis, basado en datos de productividad y costos del transporte público de superficie de Ciudad de Panamá, Santiago, Buenos Aires y distintas ciudades de Colombia, sugiere que la enfermedad de costos de Baumol está presente; el costo relativo del transporte público de superficie ha exhibido una tendencia creciente en el tiempo en estos países, al igual que ha ocurrido en el mundo desarrollado.
En un libro posterior, Baumol comenta que la célebre economista inglesa, Joan Robinson, le hizo un comentario a su teoría de costos. Ella señaló correctamente que si la productividad en los otros sectores de la economía está creciendo, entonces la sociedad tendrá los recursos adicionales para gastar más en los sectores de productividad rezagada, pero de evidente interés social. Así, no debería sorprender que con el tiempo, para un mismo nivel de servicio, el gasto en salud, educación y transporte público aumente como proporción del producto nacional.