Por Anja Uslar
“El niño cambia para siempre”, es de esta manera que la Dra. Wilson, enfermera y psicóloga académica de la Universidad Estatal Austin Peay y la Universidad de Walden, EE. UU, comienza su artículo sobre las consecuencias en salud del Abuso Sexual Infantil (ASI; Wilson, 2010).
El ASI es una forma grave de maltrato infantil. Este, a grandes rasgos, constituye cualquier tipo de conducta sexual que se realice con un niño, niña o adolescente, y deja huellas considerables en la vida de las víctimas. Si bien el trauma es difícil de sanar, hoy existen fundaciones y programas de apoyo y prevención a la violencia intrafamiliar y maltratos infantiles que buscan apaciguar los efectos y evitar la ocurrencia.
La gravedad del ASI en Chile, se puede observar en los datos de la primera encuesta de abuso sexual y adversidades en la niñez realizada el 2022. Salta a la vista con los resultados que 20% de los encuestados sufrieron abuso sexual con menos de 18 años (en su gran mayoría mujeres). Por otra parte, en el 38% de los casos la víctima nunca habló ni parcial ni completamente, del resto la mayoría lo habló con padres o alguna amistad. De quienes lo contaron, un 48% lo hizo después de 10 años o más. Esto deja en evidencia la dificultad de hablar sobre el ASI, tanto porque son heridas de infancia, como porque revive un trauma importante en las personas.
El problema del ASI es relevante y si bien han surgido políticas para prevenirlo, es fundamental que las víctimas puedan recuperarse del trauma, especialmente considerando que –en general– se demoran años en hablarlo.
En efecto, surge la duda de cuáles son los efectos directos del ASI en la vida de las personas. La academia ha avanzado en el estudio sobre los efectos que tiene el haber sido víctimas de ASI: impactos en factores de salud física y psicológica, como también socioeconómicos. De los primeros, se ha establecido que aquellas personas con un historial de abuso sexual tienen 1,63 veces más probabilidad de padecer problemas de salud, desde migraña, insomnio, obesidad, entre otras. De la misma manera, presentan una mayor probabilidad de tener problemas relacionados con el alcoholismo, uso de drogas ilícitas, intentos de suicidio, depresión y ansiedad generalizada (Golding et al., 1997).
Respecto del impacto en el área socioeconómica de adultos sobrevivientes de ASI, un estudio en Irlanda encontró que los adultos que fueron víctimas de ASI enfrentan una mayor probabilidad de encontrarse fuera de la fuerza laboral por enfermedad o discapacidad permanente, de hecho, en el caso de víctimas masculinas de ASI, tienen una probabilidad 2,9 veces mayor de encontrarse enfermos o con discapacidad, en vez de empleados. Incluso, dentro de la misma población masculina, se observa un impacto negativo y significativo en el ingreso familiar, el cual es 43,6% menor respecto de hogares comparables (Barrett et al., 2014).
Si se desea poner número al costo social que implica tener un historial de abuso sexual durante la niñez, un estudio estadounidense estima que para víctimas femeninas el costo de vida promedio asciende a USD $282.734, de lo cual cerca del 80% corresponde a la pérdida de productividad estimada de las víctimas. Si bien para los sobrevivientes masculinos no se ha estimado el costo de pérdida de productividad, en el agregado el costo social del ASI – al menos en Estados Unidos – es de USD $9,3 billones. Lo que implica que el peso para la vida de las personas sobrevivientes de ASI se traduce en un costo social de magnitud relevante (Letourneau et al., 2018).
Por otra parte, para tener una idea del impacto completo del ASI en la vida de las personas, es fundamental cuestionar la efectividad que pueden tener tratamientos, tanto psicológicos, como de acompañamiento grupal. Bajo esa línea, se ha estudiado el impacto que tiene la terapia psicológica en las víctimas, obteniendo una reducción significativa de los síntomas de síndrome de estrés postraumático, una disminución de síntomas de ansiedad, depresión y estrés emocional (Sousa-Gomes et al., 2022). Sobre la eficacia de los programas de acompañamiento grupal, la literatura revela que su uso, cuando es enfocado en el apoyo emocional, conlleva -principalmente– mejoras en el estado de humor de los tratados (su nivel de fatiga, depresión, tensión, entre otros) y en su autoeficacia percibida (comunicación, manejo personal y afectivo, etc.).
Así, el abuso sexual en la niñez tiene consecuencias visibles para la vida adulta de las víctimas, prestarle la atención que requiere es relevante, tanto para prevenir su ocurrencia, como para remendar los daños con los sobrevivientes. Por otra parte, con los datos se puede decir que es un problema real para Chile, especialmente considerando lo poco que se habla del tema. Llegar, incluso si es tarde, a reparar las consecuencias es valioso tanto para las víctimas como para la sociedad. Con todo, todas las propuestas que tengan como objetivo la mejora a la calidad de vida a sobrevivientes de ASI serán instancias provechosas.