¿Quién crece cuando Chile crece? (parte 1)

Hace poco un diputado se preguntaba en Twitter quién crece cuando Chile crece. La pregunta motivó una serie de artículos que tratarán de responder desde diferentes puntos de vista. Este es el primer artículo de esta serie.

Autor invitado: Pedro Dosque, investigador de Clapes UC.

 

Crecimiento económico y cambios en calidad de vida de los chilenos

 

En las últimas tres décadas y media los chilenos han experimentado un crecimiento sostenido de producción, ingresos y consumo nunca antes visto en la historia de Chile. Entre 1984 -tras la crisis financiera de 1982- y 2018, el PIB per capita de Chile se cuadriplicó al tener un crecimiento anual promedio de 4,9%. De 35 años, sólo dos tuvieron un crecimiento negativo: 1999 y 2009, a causa de crisis económicas internacionales. En ningún periodo anterior de nuestra historia republicana se habían encadenado tantos años consecutivos de crecimiento positivo y estabilidad económica[1], y es importante destacar esta continuidad, no sólo por su particularidad histórica, sino porque es precisamente el crecimiento económico continuo lo que permite el desarrollo acumulativo.

Este incremento de la producción no sólo benefició a unos pocos. En este mismo periodo de alto crecimiento, el índice GINI se redujo desde 56,2 en 1987 a -un todavía alto- 46,6 en 2017 (Banco Mundial, 2019)[2], mientras que la Encuesta CASEN muestra que entre 1990 y 2011 la incidencia de la pobreza en el país cayó desde 38,6% a 14,4%.[3] Valdés (2018) ilustra que entre 1990 y 2015 los cuatro quintiles más pobres aumentaron su proporción de los ingresos totales del país y que este periodo es comparable en impacto en ingresos para la clase media a diez veces lo que hubieran ganado en 2015 con una repentina transformación de la distribución de ingresos de Chile a una similar a la de los países nórdicos.

Las cifras recién mostradas son las que se suelen destacar cuando se habla de progreso o desarrollo económico. Sin embargo, a pesar de ser esclarecedoras, el crecimiento económico -el aumento de la producción y los ingresos- es en realidad sólo un medio para un fin mayor, que solemos llamar mejora de la calidad de vida. Por lo que si nuestro objetivo es examinar cómo el cambio económico de los últimos años ha impactado la vida de las familias chilenas, deberíamos enfatizar más los cambios que han modificado la vida cotidiana de éstas.

En los últimos años se han elaborado diversos índices de desarrollo humano, calidad de vida y felicidad.[4] A pesar que estos índices son por construcción reduccionistas, los criterios que utilizan se fundan en indicadores que reflejan las condiciones de vida de la mayoría de la población: salud, educación, trabajo, seguridad, ingresos, vivienda, igualdad de género, entre otros.

Un ejemplo claro de esto son los sistemas básicos de las viviendas: el alcantarillado, la iluminación y el agua potable. En 1982 el 55,8% de los hogares chilenos contaba con acceso a estas tres instalaciones básicas, mientras que en 1992 era el 69,5% de los hogares y en 2002 un 90,4%. La mayor expansión se logró en la década de 1990 con la expansión a pueblos y áreas rurales durante los años de privatización de la provisión de estos servicios (Dosque y Valente, 2018).

Otro ejemplo es la educación, que requiere el esfuerzo de los jóvenes, sus familias y los recursos y sistema institucional del Estado. Al iniciar la década de 1980 la cobertura de la educación superior seguía siendo menor a 10%. Hoy la cobertura en Chile es mayor que la de los países de similar nivel de ingreso per capita, incluso en sectores de menores ingresos (Dosque y Valente, 2018).

El crecimiento económico también ha impactado de manera ambigua diversos ámbitos de nuestra vida. Un ejemplo claro es la nutrición infantil, ya que en 40 años hemos pasado desde un problema de desnutrición infantil a una epidemia de obesidad infantil. Una combinación de programas de complementación alimentaria en la segunda mitad del siglo XX y aumento de los ingresos familiares permitió una continua reducción de la desnutrición, la cual prácticamente desapareció en la década de 2000. Pero a su vez incrementó el acceso a comidas de contenido alto en grasa y azúcar. (Dosque y Valente, 2018).

La mantención de los cambios en la calidad de vida recién mostrados no es algo que debiéramos dar por hecho, ya que lo que hemos logrado en el pasado no asegura que seremos capaces de enfrentar correctamente los desafíos del futuro. Tampoco debiéramos subvalorarlos, afirmando que fueron causadas por mejoras que se han observado en todo el mundo, ya que si bien es cierto que parte proviene de una tendencia mundial, si comparamos a Chile con el resto de América Latina, éste ha sido el que ha logrado un mayor crecimiento del ingreso per capita y reducción de la pobreza y del Índice GINI en estos 35 años (Banco Mundial, 2019). Aún si falta por extender todos los beneficios del crecimiento económico a toda la población del país, éste ya ha contribuido a mejorar la calidad de vida de gran parte de los chilenos en una diversidad de ámbitos.

 

 

Referencias

Banco Mundial (2019). World Development Indicators [Base de datos]. Recuperado de: http://datatopics.worldbank.org/world-development-indicators/

Chile, Ministerio de Desarrollo Social (s.f.). “Archivo histórico de Encuesta Casen”. Recuperado de: http://observatorio.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/casen/casen_obj.php

Díaz, J., Lüders. R., y Wagner, G. (2016). Chile 1810 – 2010. La República en cifras. Historical statistics. Santiago: Ediciones UC.

Dosque, P. y Valente, J. (2018). Del Centenario a los Chilennials. 100 años de transformaciones y 25 tendencias que cambiaron Chile. Santiago: Ediciones UC.

Valdés, R. (2018). “Growth-Redistribution Balance and Shifting Coalitions: A View from Chile”. Latin America Policy Journal, 7, 28-34.

 

 

[1]  Díaz, J., Lüders. R., y Wagner, G. (2016) realizan estimaciones del PIB y PIB per capita para Chile desde el año 1810 al 2010.

[2] Esta es la mayor reducción en el mismo periodo entre los países latinoamericanos con cifras desde 2015 en adelante en el Banco Mundial. Entre ellos, también, Chile es el séptimo país entre 15 con peor distribución de ingresos. Banco Mundial (2019).

[3] Entre 1990 y 2011 la Encuesta CASEN ocupó la metodología aplicada por CEPAL, mientras que a partir de 2013 utiliza una nueva metodología no comparable con la anterior. Bajo esta nueva metodología entre 2011 y 2017 la incidencia de la pobreza cayó desde 22,2% a 8,6% (cifras obtenidas de Chile, Ministerio de Desarrollo Social (s.f.)).

[4] Algunos de los índices más conocidos son: el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Índice para una Vida Mejor de la OCDE, el Índice de Dónde Nacer de The Economist, el Índice de Felicidad de la ONU, y el Índice de Progreso Social de Social Progress Imperative.

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