Por Jorge Fábrega
En la sala de clases de cada establecimiento educacional se está moldeando cómo una sociedad se tratará a sí misma porque allí los estudiantes están aprendiendo a desenvolverse en el entramado de relaciones humanas de conflicto y cooperación que los acompañará toda la vida.
En una reciente investigación con estudiantes de tercero a quinto básico, que actualmente está bajo revisión de pares (más detalles aquí), exploramos cómo las dinámicas de cooperar o no dentro de la sala de clases podrían anticipar o no conductas agresivas entre los estudiantes, como es el caso del bullying.
Uno de los aspectos novedosos del estudio es que estudiamos este fenómeno a edad temprana, antes que se expliciten las dinámicas de bullying; las que suelen florecer entre sexto y octavo básico.
Nuestra intuición era que podríamos identificar relaciones entre estudiantes de un mismo curso, muchas veces invisibles para los adultos, mediante aplicaciones de teoría de juegos. Para ello diseñamos juegos de cooperación en los que cada estudiante tenía la opción de compartir o no recursos con otro compañero en un contexto en que había incentivos para el comportamiento no cooperativo (ver figura 1). Estos juegos, basados en dilemas clásicos de la teoría de juegos, debían jugarse en parejas y cada estudiante debía jugarlo con todos y cada uno de sus compañeros y compañeras dentro del curso. De forma tal que el ejercicio permitía reflejar la red subyacente de amistades dentro de un mismo grupo mediante el análisis de la predisposición diferenciada de cooperar más con unos que con otros. En paralelo, a cada estudiante se le aplicó además pruebas de personalidad y evaluaciones adaptadas a su edad para determinar la potencialidad de ser victimario o víctima de bullying.
En total participaron 1137 estudiantes de 47 cursos distribuidos en 14 colegios en la Región Metropolitana. Los resultados fueron reveladores: Al igual que los acuerdos políticos en la actual contingencia nacional, la cooperación entre los estudiantes fue frágil, existiendo una robusta correlación negativa entre ser un potencial agresor o víctima de bullying y participar en relaciones de mayor cooperación.
Por tanto, nuestro estudio no sólo revela que la agresión y el bullying en las salas de clase puede ser anticipado mediante la observación cuidadosa de las predisposiciones a la cooperación en el alumnado; sino también sugiere que las intervenciones contra el bullying deben apuntar a reconstruir y reforzar el tejido social dentro del aula, promoviendo la cooperación y la empatía.
Todos los días somos bombardeados por noticias sobre el deterioro de la convivencia nacional. Sin duda se trata de situaciones que requieren de inmediata atención. Pero lo urgente no nos debe hacer olvidar lo importante: Este problema no emerge espontáneamente en la adultez; estudios como el anterior muestran que las bases de ese deterioro se construyen ya en las aulas.
Sociedades que no saben cooperar son sociedades condenadas a estancarse y a perder oportunidades.
Figura 1 – Descripción del juego de los Tokens
Fuente: Landaeta-Torres et al (2023): Game of Tokens: Low Cooperative Relationships as a Key Marker for Bully-Victims in Elementary School Classroom