Por: Jorge Fantuzzi.
Chile mantiene un gran número de Tratados de Libre Comercio (TLC). Estos acuerdos han sido usados como una estrategia clave para potenciar las exportaciones y diversificar la oferta productiva. Sin embargo, sigue pendiente preguntarse cuál ha sido el verdadero impacto de esta estrategia.
Un estudio reciente de Roberto Álvarez y Eugenia Andreasen aborda esta interrogante. Utilizando un extenso conjunto de datos sobre flujos comerciales bilaterales y combinándolos con indicadores financieros y modelos econométricos, los autores logran ofrecer respuestas esclarecedoras sobre los efectos de los TLC en las exportaciones chilenas.
Entre sus hallazgos más relevantes, destaca que el impacto de los TLC no es uniforme, a saber, varía significativamente según la industria y las características de los países con los que se suscriben los acuerdos. Por ejemplo, los sectores con menores y medianas cuotas de exportación inicial, son los que más se benefician, mostrando un efecto positivo mucho más pronunciado. Esto sugiere que los TLC tienen el potencial de equilibrar la balanza exportadora, permitiendo a sectores menos consolidados ganar protagonismo en el comercio internacional.
Otro aspecto crucial del estudio es el rol del desarrollo financiero y las restricciones de capital en los países socios. Los TLC generan impactos más significativos cuando se firman con economías con niveles de desarrollo financiero relativamente bajos. Además, la existencia de controles de capital en estos mercados parece amplificar los beneficios de los acuerdos, abriendo una ventana de oportunidad para las empresas chilenas que buscan posicionarse en economías emergentes.
En definitiva, estos resultados no solo confirman la importancia estratégica de los TLC en la política comercial chilena, sino que también ofrecen lecciones valiosas para los responsables de diseñar estas políticas. En primer lugar, es fundamental reconocer que no todos los sectores o mercados se benefician de la misma manera. Esto implica la necesidad de acompañar los acuerdos con políticas que fortalezcan a las industrias menos competitivas, permitiéndoles aprovechar al máximo las oportunidades generadas por la apertura comercial.
En segundo lugar, la dimensión financiera no puede ser ignorada. Facilitar el acceso al crédito y mejorar las condiciones de financiamiento para las empresas exportadoras podría potenciar aún más los beneficios de los TLC. De igual forma, identificar mercados con restricciones de capital que favorezcan la entrada de productos chilenos puede ser una estrategia inteligente para maximizar el impacto de estos acuerdos.
El estudio de Álvarez y Andreasen subraya la complejidad y las oportunidades que los TLC representan para Chile. No se trata solo de abrir mercados, sino de comprender las dinámicas específicas de cada industria y de cada socio comercial. En un mundo cada vez más interconectado, este tipo de investigaciones son esenciales para garantizar que la apertura comercial no solo impulse las exportaciones, sino que también contribuya a un desarrollo económico más profundo.