Por Umut Aydin, Directora del Instituto de Ciencia Política UC e integrante de la Red de Politólogas.
Ekrem Imamoglu, el alcalde de Estambul y candidato presidencial del principal partido de oposición en Turquía, acaba de cumplir un mes en detención por acusaciones de corrupción. El día anterior a su detención, la Universidad de Estambul, de la cual se había graduado hace más de 30 años, revocó su diploma alegando irregularidades en su cambio de carrera durante sus estudios universitarios. Si esta decisión no se revoca en apelación, lo descalificaría como candidato presidencial. ¿Por qué fue arrestado Imamoglu y por qué ahora? ¿Qué significa su arresto para el estado de la democracia turca? ¿Y qué implica esto para el estado de las democracias en el mundo?
Imamoglu ha sido el alcalde inmensamente popular de Estambul desde 2019 y estaba a punto de ser declarado candidato presidencial del partido de oposición CHP. Estambul es la ciudad más grande del país con una población de 16 millones y es vista como un microcosmos del país mismo. Tras su primer mandato como alcalde, Imamoglu fue reelegido en 2024, en elecciones locales limpias pero altamente desiguales. Si logra presentarse como candidato en las elecciones presidenciales, se lo considera el único candidato con potencial para desbancar al actual presidente, Recep Tayyip Erdogan, quien está en el poder desde 2003 y cuyo gobierno, a pesar de sometarse a elecciones regulares y competitivas, se ha vuelto cada vez más autocrático, especialmente desde el fallido intento de golpe de Estado en 2016.
Las acciones sucesivas del gobierno —revocar el diploma de Imamoglu y arrestarlo— son vistas como un intento de Erdogan de eliminar a su principal y más potente rival, incluso antes de que comience la contienda electoral. Las elecciones son programadas para 2028 y la única manera de que Erdogan se presente como candidato por tercera vez es si se cambia la constitución—para lo cual su partido no tiene suficiente mayoria en el parlamento—o llamar a elecciones tempranas.
Las masivas protestas que siguieron al arresto de Imamoglu, por otro lado, son una muestra de la sólida demanda popular que existe por la democracia en el país. El partido de oposición celebró su Asamblea General con una votación simbólicamente abierta a cualquiera que quisiera participar. Imamoglu fue elegido como el candidato oficial del partido con más de 15 millones de votos en esta votación simbólica (el partido tiene 1.5 millones de miembros inscritos), lo que demuestra tanto la popularidad de Imamoglu como el rechazo fuerte de la población turca a las recientes acciones represivas del gobierno. La brutalidad de la represión policial durante las protestas también recordó, una vez más, tanto a los manifestantes como al país entero, el alto costo de la oposición y la protesta en este contexto poco democrático.
El arresto del líder opositor en Turquía también revela algo sobre el contexto internacional, que se ha vuelto más amigable para líderes autoritarios como Erdogan. La reciente y evidente maniobra de las autoridades turcas para encarcelar al único político considerado un verdadero desafío para el actual presidente no ha sido criticado por parte de Donald Trump, quien solo ha expresado elogios hacia Erdogan. Asimismo, la Unión Europea y los países europeos expresaron apenas tibias objeciones, para no ofender a Turquía, un actor clave en una región actualmente rodeada de conflictos e inestabilidad. Todo esto sugiere que los actores prodemocracia, en Turquía y otras partes, están enfrentados con un contexto internacional cada vez menos favorables a su lucha, y los lideres y partidos con tendencias autocráticas se sienten cada vez más seguros.