En esta edición de Contrafactual conversamos con Hugo Sánchez Ramírez, ingeniero civil industrial, MBA de la Universidad de Chile y MBA de la Escuela Superior de Administración de Empresas (ESADE), Barcelona, España, quien se ha desempeñado como alto directivo público en el cargo de Superintendente de Insolvencia desde Noviembre de 2016 a la fecha. Ya en su tercer periodo, el Superintendente se refiere al desarrollo económico de Chile tras la emergencia sanitaria provocada por el covid-19. Además, la autoridad explica los cambios de legislación que han modificado los procedimientos para liquidaciones y reorganizaciones de empresas, en el contexto de sobreendeudamiento, y cuál es el panorama que se avecina según las mediciones que realiza la Superintendencia de Insolvencia de manera periódica.
¿Por qué esta superintendencia puede favorecer o fomentar el desarrollo económico de Chile?
Nuestra misión está enlazada con la misión del Ministerio de Economía, de quienes dependemos desde el año 2014, con nuestra nueva ley que reemplazó a la antigua ley de quiebras. Y el sentido es poderle permitir -no solamente a las empresas como ocurría antes sino que también que a las personas, que en otros países le dicen consumidores- también tener una oportunidad para superar el sobreendeudamiento. Esas maneras de superar el sobreendeudamiento no siempre son a través de la liquidez, que antes se conocía como quiebra (todavía en los medios, en la prensa le siguen llamando igual). Existen muchas otras alternativas que permiten superar el sobreendeudamiento y mantener la unidad económica, llámese a la empresa, micro, pequeña, mediana o grande, o a la persona, también a las familias, ya siendo viable financieramente, a través de la reorganización de empresas o de la renegociación de personas. Y si no, si es que las deudas son muy grandes, acudir a la liquidación. De alguna manera, ambos mecanismos permiten reinsertarse en la economía porque les da una segunda oportunidad. Entonces eso es lo que permite no hacer un cierre informal: no dejar botada la empresa, por ejemplo -que es lo que ocurría mayoritariamente antes- y los socios formaban otra empresa a través de familiares, amigos, etc. Pero la deuda los seguía persiguiendo. Entonces es súper importante, en todos los países, tener un buen sistema de insolvencia. No solamente un buen sistema de fomento de la economía: o sea, subsidios, créditos, inversión extranjera nacional, etcétera, sino que también permitirle a las empresas reorganizarse o sencillamente liquidarse: o sea, salir del sistema, volver a emprender y crear otra empresa.
Estaba pensando en algo más dinámico. Un argumento como schumpeteriano, de destrucción creativa o de los incentivos que se generan en la inversión, sabiendo que si en el caso de que me vaya mal además voy a tener un proceso ordenado o regulado de cierre, si es que me va mal. Por un lado, la destrucción creativa, por otro lado los incentivos a la inversión, también de alguna manera generan el desarrollo económico del país a través de la Superintendencia.
Claro, a eso me refería con un buen sistema de insolvencia: poco costoso, que no tenga barreras de entrada, que cualquiera pueda sumarse al sistema sin tener que pagar altos honorarios, por ejemplo, a los veedores o los liquidadores, o a los abogados que los representan. Y también que cuando entren el proceso sea rápido. Entonces esos dos componentes son los que nosotros hemos buscado también mejorar a través de rediseñar la ley dos veces en diez años.
Para hacer el doble clic en el tema de la destrucción creativa, es como reducir las barreras a la salida en cada una de las industrias, ¿no? Por decirlo de otra manera, es que las empresas que tienen que salir, porque dejaron de ser productivas o competitivas respecto de sus pares, salgan del mercado y no estén ahí porque existen barreras a la salida.
Esa es la idea, que efectivamente los sistemas sean eficientes, alcanzables, que la gente, las personas y las empresas los usen. Porque si no los sistemas, las estadísticas, los registros de empresas se llenan de basura de alguna manera también. ¿A qué me refiero? De empresas que hoy día no existen, que no están operando, que necesitan un cierre formal a través del sistema de insolvencia.
¿Han medido si es que hay alguna correlación entre las reorganizaciones y el ciclo económico del país?
Esa es una muy buena pregunta, de hecho me la hacen habitualmente los distintos medios, porque de alguna manera buscan la correlación entre los ciclos económicos de subidas, de mejores condiciones económicas a que bajen las cantidades de liquidaciones, reorganizaciones y el ciclo inverso, ya cuando baja la economía está más golpeada que aumenten. Fíjate que no están correlacionadas, ¿y por qué no están correlacionadas? Nosotros lo hemos estudiado, hemos tenido tesistas analizando esto y con nuestros funcionarios también porque la liquidación, la reorganización, no es el instrumento al cual más recurren las personas y las empresas. Habitualmente lo que hacen es intentar refinanciar, repactar, refundir crédito, buscar otras maneras.
Pero aún así, cuando falla el refinanciamiento, nueva deuda, uno esperaría que sí existiera esta correlación.
Fíjate tú que todavía, en pre-pandemia, todas las cifras cayeron mucho. Y todavía en el 40, 60 % de la cantidad de liquidaciones, renegociaciones, reorganizaciones que teníamos previo a la pandemia. O sea, uno podría decir: ya a cuatro años de que partió la pandemia, a dos años del cierre de la pandemia -me refiero a que ya no se renovó el decreto sanitario- todavía estamos a un 50%, a un 40 % más bajo de las cifras pre pandemia. Entonces sí, te encuentro con toda la razón: debiera tener esa lógica, pero todavía no lo es. En Chile todavía existe como esa sensación de estigmatización. Muchas veces es el cariño de los emprendedores a su emprendimiento. Cosa que tú no ves en los países desarrollados. Lo sueltan rápidamente y acá no: siguen refinanciando con créditos, con préstamos de la familia, ellos mismos, lo que lo hace más complicado todavía.
Pensando estadísticamente, puede haber un efecto que de alguna manera netee. ¿Cuál sería ese efecto? Y es que en las épocas de mayor crecimiento económico existan, por un lado, menos empresas que quiebran porque a la economía la está yendo bien: hay más demanda, pero por otro lado, que más empresas tengan que cerrar porque hay más inversión. Hay empresas que están entrando a desafiar y que ambos efectos en definitiva se neteen.
Claro, eso habría que investigarlo, porque hay un buen tesista en esas materias. Sí, de todas maneras, puede ser que haya una competencia mucho más fuerte, nuevos entrantes, etcétera, que genere ese efecto también. Sí, sin duda.
En el último tiempo ¿Qué ha ocurrido con los datos? ¿se ve que estuvieran nivelándose?
Nosotros monitoreamos mes a mes esto, y sobre todo después de la nueva ley que entró en vigencia el 11 de agosto del año pasado. Nuestro interés era monitorear y seguir qué estaba pasando con los nuevos procedimientos para Mipes y personas. Lo que hemos visto, y bueno los cambios, hay altos cambios. Una de las tendencias más fuertes que hemos visto es la renegociación de la persona deudora porque ahí lo que hicimos un cambio sustantivo es la definición de empresa. Antes se consideraba empresa deudora a las personas que emitían boletas de honorario. Ya que es una aberración, eso no existe en ninguna parte del mundo. Hoy día lo recuperamos como persona y lo que vemos es que en la renegociación de la persona deudora hay un aumento del 200%. Enero, agosto, enero, septiembre incluso: estamos recién levantando la cifra, hay un crecimiento del 200 % y eso básicamente porque estos emisores de boleta de honorarios, que antes se reorganizaban o liquidaban como empresas en el sistema, hoy día están yendo a este procedimiento gratuito.
Ya hay una diferencia del termómetro, más que una diferencia en la estadística en realidad.
Claro, y lo que sí hemos visto también, como estas personas (que antes se definían como empresas) abandonaron los procesos de empresas. Hemos visto una caída en las liquidaciones de empresas y un aumento en las liquidaciones de personas, porque o han ido a renegociarse como personas o a liquidarse como personas. Entonces hemos visto que ha caído en un cincuenta y tanto por ciento la liquidación de empresas, explicado mayormente porque este emisor de boletas de honorarios ya no es considerado empresa, y hemos visto un aumento del 84% en la liquidaciones de personas. También, más por esta redefinición de la empresa como persona, que es el emisor de boleta honoraria.
¿Existe algún tipo de análisis respecto de la heterogeneidad o la sensibilidad de la reorganización y el ciclo económico por ejemplo por tamaño empresa? ¿Ven algo así en los datos?
Lo pasa es que las reorganizaciones se mantienen super bajas. Y para nosotros es algo que no encontramos tan deseable. De hecho, ambas leyes -del 2014 y la del año pasado- se han hecho para motivar mayor cantidad de reorganizaciones que de liquidaciones. Tenemos 450 liquidaciones, o sea, reorganizaciones en 10 años: muy, muy pocas. Y liquidaciones, si sumamos de empresa y persona, tenemos más de 32.000. Empresas 11.000, personas 22.000. Entonces estadísticamente no es tan significativo para sacar tantas conclusiones, pero lo que sí pasó ahora en pandemia es que ciertos sectores de la economía de grandes y medianas empresas se fueron a reorganizar un poco más masivamente, como por ejemplo, el sector de construcción inmobiliaria ha sido súper afectado por las condiciones macroeconómicas, por la pandemia, por el alza de los costos, fletes, seguros, la inflación en Chile, etcétera. Eso golpeó fuertemente y por lo menos los contratos públicos se revaluaron, pero no se los privados. Eso generó también mucha reorganización y mucha liquidación en ese sector que hoy día ya ha bajado: ya está contenido. Y también en el sector de turismo y el sector comercio también, que fueron más golpeados durante la pandemia, y ahora un poco post pandemia.
O sea, podría haber, una heterogeneidad más a nivel de industria que a nivel de tamaño de empresas.
Lo que sí se da mucho estructuralmente es que de las empresas que se reorganizan, mayormente son de mayor tamaño. ¿Por qué? Porque tienen habitualmente analistas o expertos financieros adentro de la empresa, afuera de la empresa, que los están constantemente analizando, determinando ratios de liquidez, de apalancamiento. Entonces, entran a buen tiempo a la reorganización. Mientras que las Mipes, cuando se dan cuenta que están siendo insolventes, ya son inviables en el largo plazo también. Eso significa que ya no les da para hacer una propuesta de reorganización, porque están absolutamente sin cajas, sin flujo: ya se han deshecho de los activos en gran parte. Han desvinculado también a parte de los trabajadores. Entonces es una empresa que ya no es sostenible. Y eso sí se ha dado en todo el tiempo.
¿Por qué es importante que existan liquidaciones y reorganizaciones en el sistema?
Porque la reorganización tomada a buen tiempo -eso significa que la empresa no es líquida en el corto plazo de dentro de un año, pero sí fiel en el largo plazo- solamente con reorganizar el pasivo de corto plazo y llevarlo a largo plazo, puede sobrevivir. Entonces, ¿por qué es importante llegar a tiempo en la reorganización? Para que no se pierda el empleo. Las Mipes en Chile tienen más del 60 % del empleo. También no arrastra habitualmente, cuando una empresa de cualquier tamaño, mediana, grande o micropequeña, cae en liquidación, arrastra también a muchos proveedores que mayoritariamente son Mipes. Porque era el único cliente al cual le vendían, y en ese sentido muchas PIMES no son muy previsoras: no tienen tiempo tampoco para hacerlo, para diversificar el riesgo, y se adosan a un cliente grande. Cuando ese cliente cae en liquidación, lo arrastra también habitualmente porque no le pagan. Cuando eres proveedor de una empresa eres considerado valista ¿A quiénes se le paga dinero? A los garantizados: bancos, bonistas internacionales que tomaron alguna garantía sobre tus bienes, y lo liquidan y los venden y se pagan. Pero los demás proveedores habitualmente quedan como valistas y no se pagan mucho, o habitualmente se pagan cero. Entonces por eso los arrastran también a la liquidación, a la quiebra. Por eso es tan importante para nosotros, sobre todo como Superintendencia, generar educación financiera sobre todo a las Mipes, aquellos que no tienen apoyo, ayuda y en las personas también.
Usted ha dicho varias veces que la ley ha cambiado bastante en el último tiempo, y de hecho recientemente. No sé si nos puede decir a grandes rasgos, ¿Cuáles han sido los cambios más relevantes, y cuáles son los desafíos que ustedes consideran pendientes para el futuro?
La última modificación la hicimos justo cuando partió la pandemia. Dos semanas después de que partió el estado de alerta sanitaria acá en nuestro país, empezamos a preparar la modificación de ley, pensando en lo que se venía sobre todo para las Mipes y las personas. Sabíamos que, por muy bien que tuviéramos preparados los sistemas financieros, etcétera, el tema de las pandemias toma un año y medio, dos años, tiene un ciclo en el cual se profundiza, después de una meseta, etc. Entonces, sabíamos que la crisis económica financiera que se podía producir es de largo aliento. Y por lo tanto, nosotros creamos procedimientos simplificados para MIPES y personas. Eso fue el pilar fundamental, que muchos países empezaron a hacerlo, pero lamentablemente lo hicieron como una herramienta legal, solamente indexada al decreto sanitario. Cuando se acabó el decreto sanitario en esos países, tuvieron que evaluar colocar un proyecto de ley, porque ellos tienen un mecanismo como nosotros: cuando hay un decreto sanitario uno puede modificar ciertas cosas, pero dura lo que dura el decreto sanitario. Nosotros apostamos a algo que nos fuera indexado el decreto sanitario, y como te digo muchos países hoy día no tienen procedimientos simplificados para Mipes y nosotros sí. Lo otro también es que modificamos la renegociación: lo hicimos con muchas más oportunidades y facilidades para que la persona deudora llegara a un buen acuerdo, y se aprobara: que hoy día ya tenemos un alto estándar, del 95%. Lo queremos llevar al 100 % de aprobación de los acuerdos, y por último fue intentar igualar la cancha, porque le estábamos dando muchos beneficios a las empresas, a las personas dudoras, pero pasaba algo también con los acreedores: que los acreedores en estaban recuperando poco de sus acreedencias en los procesos de liquidación. Y había una sensación de que de alguna manera habían salido perdiendo porque nuestro país el saldo a la deuda (esto significa que se venden los bienes que habitualmente son pocos de la licuación, sobre todo de miles de personas) que queda insoluto que casi el 95%, el 90%, el 99%, se extinguía y no h abía nada que pudiera detener esa extinción de ese saldo. Hoy día, lo que hicimos, es que existe un mecanismo que se usado con mucha precaución por parte de los acreadores, que es el incidente mala fe. El incidente mala fe le permite a los acreedores que cuando ven que hay una mala utilización… no quiero generalizar, pero hay algunos grupos de abogados que lo que hacen es preparar a las personas de la empresa para la liquidación. Seis meses, ocho meses, esconde los bienes, maquillemos los estados, o transfiramos los bienes a familiares o a otras sociedades, y después llegan esas personas y esas empresas, e inician el procedimiento casi sin bienes. Y una vez terminado el procedimiento recuperar los bienes. Cuando el acreedor se da cuenta de eso, o el liquidador también, que tiene todos los antecedentes en manos, puede hoy día accionar este incidente de mala fe: ya se ha accionado, hay como más de 40 fallos, y que lo que han hecho finalmente el juez es determinar que no se extingue el 50%, incluso en un par de casos que hemos tenido recientemente, el 100%. Esto significa que estas personas o empresas que han entrado de mala fe, ocupando estos artilugios, no se les extingue la deuda y por lo tanto tienen que seguirla pagando.
¿Hay cambios a la normativa que se estén discutiendo actualmente? ¿Qué desafíos hay?
A mí me ha tocado participar en varios seminarios internacionales y nacionales, que todos tienen la misma problemática, que es el tema de mejorar la reorganización para grandes empresas. Eso le pasó a Colombia, le pasó a México, a países desarrollados también, que van a reorganizarse a Estados Unidos, porque tienen la matriz, porque tienen una filial, porque tienen negocios importantes ahí, el financiamiento, los principales proveedores, etc. Y han recurrido a, yo te diría, el mejor procedimiento de reorganización está en Estados Unidos, porque tienen una larga historia del procedimiento de mejora, porque también la cantidad de empresas que hay en Estados Unidos, es un hub de financiamiento de empresas, etcétera, y por eso lo van a hacer allá. Entonces el desafío que tenemos nosotros es mejorar nuestra reorganización. En la modificación anterior mejoramos algunas cosas, pero no fueron tan sustanciales, tan relevantes: sí permitieron mejorar el financiamiento, alargamos y duplicamos los plazos para que la empresa se reorganizara en Chile. En la gran empresa, pero estamos lejos de tener una ley como la que tiene Estados Unidos. Sobre todo porque ellos tienen un mercado financiero del financiamiento de empresas en reorganización, en liquidaciones y para recuperarlas, sobre todo aquellas empresa de reorganización, que muy profundo, muy dinámico, muy flexible. Nosotros no tenemos ese modelo de regulación en nuestro país. Entonces sería bueno, pensando en un tiempo más, en tener un proceso y que la empresa no vaya a Estados Unidos a reorganizarse, sino que lo hagan acá. Y ojalá en la empresa de Latinoamérica, hacer un hub en Latinoamérica, que ya tenemos una ley de insolvencia bastante aventajada por sobre los otros países, incluso mejor que el referente nuestro que era Colombia, que era Brasil, que hoy también han estado haciendo mejoras.