¿Reducir el IVA de los productos básicos?

Autor: Oscar Perelló P., estudiante PhD en Economía, UCL.

 

La crisis sanitaria ha reabierto el debate en torno a reducir el IVA de los productos básicos, cuyo objetivo sería proveer un alivio a los hogares de menores ingresos. Para evaluar el impacto de esta política se deben considerar dos aspectos técnicos: la incidencia y la regresividad del IVA. El primero alude a cómo se distribuye la carga del IVA entre consumidores y productores y, por tanto, en qué medida un IVA diferenciado beneficiará a los primeros. El segundo se relaciona con cómo se distribuiría este beneficio entre hogares con distintos niveles de ingreso. Una vez abordadas estas consideraciones, es posible preguntarse si un IVA diferenciado es la herramienta fiscal más efectiva para alcanzar el objetivo propuesto.

¿Cuánto de la caída del IVA se traspasa a precios finales?

Para saber cuál sería el efecto de una reducción del IVA sobre los consumidores lo fundamental es identificar cuánto se reducirían efectivamente los precios de los bienes. Lo anterior puede analizarse en base a la experiencia internacional. En 2007, Finlandia redujo el IVA de las peluquerías desde un 22% a un 8%; si toda la reducción del IVA se traspasara a precios, estos debiesen haber caído un 11%[1]. Sin embargo, la evidencia muestra que los precios solo disminuyeron un 6%, mientras que la otra mitad del beneficio se traspasó a los dueños en forma de mayores utilidades (Kosonen 2015). El caso de los restaurantes en Francia entrega lecciones similares. En 2009, el gobierno francés disminuyó el IVA a los restaurantes desde 19,6% a 5,5%. ¿El resultado? Los precios cayeron solo un 2% y los principales ganadores fueron los dueños de los restaurantes, quienes retuvieron un 55% del beneficio (Benzarti y Carloni, 2019).

Esta evidencia sugiere que, por cada peso que deja de recibir el Estado por aplicar un IVA diferenciado, al menos la mitad queda en manos de los dueños de las empresas. En el caso de Francia, menos de un 15% del beneficio llegó directamente a los consumidores, ya que además de la porción que obtuvieron los dueños, un 30% terminó en manos de los trabajadores y proveedores de los restaurantes (Benzarti y Carloni, 2019). En la práctica, el IVA no lo pagan solo los consumidores, sino que se reparte entre distintos agentes económico, lo que dependerá de las elasticidades de la oferta y la demanda[2]. Lo mismo ocurre con los beneficios de reducirlo.

¿Cómo afecta a hogares con distintos niveles de ingreso?

Aún si el impacto que tendría un IVA diferenciado sobre los consumidores es acotado, cabe preguntarse cómo afectaría a distintos grupos de hogares. Tradicionalmente, se ha considerado que el IVA es un impuesto regresivo, es decir, que perjudica más a los contribuyentes de menores ingresos en términos relativos. Sin embargo, en lo más reciente se ha abierto un debate respecto de si el IVA es un impuesto regresivo o más bien neutro. Solo en el primer caso un IVA diferenciado beneficiaría proporcionalmente más a los hogares más vulnerables.

Los hogares de menores ingresos consumen una mayor proporción de su ingreso, por lo que bajo esta métrica el IVA sería un impuesto claramente regresivo. Mirrlees et al (2011) plantean que una limitación de este análisis es que considera los ingresos en un momento específico, pero no a lo largo de la vida del contribuyente. En particular, quienes tienen una mayor tasa de ahorro pagarán IVA a medida que estos sean utilizados en otros periodos. Si el gasto de un hogar en el presente se relaciona con el valor esperado de su ingreso en periodos futuros, una alternativa es evaluar la regresividad del IVA utilizando el porcentaje del gasto que se destina a este impuesto. Un estudio reciente publicado por la OCDE (Thomas, 2020) muestra que bajo este enfoque, el IVA no necesariamente sería regresivo, por lo que un IVA diferenciado podría no beneficiar proporcionalmente más a los hogares más vulnerables.

Finalmente, debido a que una rebaja del IVA generaría una menor recaudación tributaria, esta política es equivalente a subsidiar los productos básicos. Una pregunta natural sería cómo se distribuye el costo fiscal dado por esta menor recaudación. En términos absolutos, los hogares de altos ingresos gastan un monto mayor en alimentos, energía y otros productos básicos, por lo que recibirán un subsidio mayor por parte del Estado (Crawford et al 2010). A modo de ejemplo, este estudio muestra que eliminar el IVA diferenciado en Reino Unido permitiría aumentar los beneficios sociales para el 30% más pobre de la población y, al mismo tiempo, aumentar la recaudación fiscal. En ese sentido, no es claro que el beneficio por menores precios en productos básicos supere los costos de una menor recaudación tributaria.

 

Referencias: 

Benzarti, Y., & Carloni, D. (2019). Who really benefits from consumption tax cuts? Evidence from a large VAT reform in France. American Economic Journal: Economic Policy11(1), 38-63.

Crawford, I., Keen, M., & Smith, S. (2010). Value added tax and excises. Dimensions of tax design: the Mirrlees review1, 275-362.

Kosonen, T. (2015). More and cheaper haircuts after VAT cut? On the efficiency and incidence of service sector consumption taxes. Journal of Public Economics131, 87-100.

Mirrlees, J., Adam, S., Besley, T., Blundell, R., Bond, S., Chote, R. Malcolm, G., Johnson, P., Myles, G., & Poterba, J. (2011). Tax by design: the Mirrlees review. Oxford University Press.

Thomas, A. (2020). Reassessing the regressivity of the VAT. OECD Taxation Working Papers, No 49.

[1] Dado un precio antes de impuestos (Po), el precio final variaría desde Po*(1+0,22) a Po*(1+0,08) en caso de que la medida se traspase completamente a los consumidores, lo que representa una caída de 11%.

[2] La elasticidad de demanda (oferta) mide cuánto cambia la cantidad consumida (producida) ante variaciones en el precio del bien. Si la demanda es muy sensible a cambios en el precio, la capacidad de los productores para aumentar el precio en respuesta a un impuesto es limitada, ya que de hacerlo la cantidad demandada caería abruptamente. Una lógica similar aplica para la elasticidad de la oferta, mientras que la interacción de ambas fuerzas determina cómo se reparte la carga del impuesto.

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