Desigualdad salarial y acoso

Autora: María Jesús Hermosilla.

En Chile existe desigualdad social y económica de género, así lo plantea la OCDE en su último informe de “Igualdad de género en Chile: Hacia una mejor distribución del trabajo remunerado y no remunerado” publicado en 2021 [1]. Del documento se desprende que la proporción de mujeres que ganan un salario bajo es aproximadamente 1,6 veces mayor a la de los hombres. Ahora bien, son variadas las razones que suelen justificar la brecha de salarios, sin embargo, es poco mencionada la relación entre desigualdad salarial basada en el género y el acoso sexual. Esto es lo que investigan los autores Olle Folke y Johanna Ricke en su trabajo “Sexual Harassment and Gender Inequality in the Labor Market” [2].

Las cifras de la investigación –- enfocadas en datos del entorno laboral sueco –- apuntan a que un 12,6% de mujeres informan acoso, en contraste con una tasa del 4,2% para los hombres de la muestra. Sobre lo mismo, resulta interesante que son las mujeres más jóvenes las que realizan más reportes y ocurre lo mismo con aquellas mujeres que poseen un nivel educativo mayor. Además, las mujeres se presentan como víctimas de acoso sexual en mayor medida para ocupaciones donde la remuneración es superior en relación con la de los hombres, para quienes no se explicita relación alguna entre sufrir acoso y el nivel salarial promedio.

De este modo, se corrobora que las normas estereotipadas vinculadas a la ocupación juegan un rol importante en crear riesgo de acoso para una minoría de género en el mercado laboral, ya que, por ejemplo, la mayor cantidad de hombres en relación con la cantidad de mujeres se asocia a un aumento en la probabilidad de reportar acoso sexual siendo mujer, mientras que esa misma situación, disminuye la probabilidad para los hombres.

Ahora bien, los autores deciden extender sus análisis mediante un experimento, a saber, expusieron a las personas ante situaciones ficticias de búsqueda de empleo, donde debían elegir entre dos ofertas, las cuales se diferenciaban en salario mensual, flexibilidad horaria, tareas y ambiente laboral. Respecto de este último atributo insertaron frases relacionadas a la percepción y comodidad del lugar de trabajo, añadiendo temáticas de acoso en el cuestionario, donde el tipo de pregunta se acomodaba según el sexo al nacer del encuestado.

Con esas respuestas se mide la valoración por las condiciones de trabajo de una persona, definiendo así su disposición a pagar. De esta forma, los resultados del experimento apuntan a que el encuestado promedio valora negativamente lugares de trabajo donde se señala una mayor cantidad de acoso, lo que se traduce en que la utilidad del trabajador será la misma en un trabajo con acoso, a que en un trabajo sin acoso pero con un salario 10% menor.  

En detalle, se evidencia que si una mujer (hombre) observa una situación de acoso hacia otra mujer (hombre), el resultado implica una percepción de un 17% menos de salario, mientras que si observa a un hombre (mujer) como víctima, el resultado se reduce a un 6%.

A partir de los datos, los autores también observan que las mujeres reportan acoso sexual con una probabilidad tres veces mayor que los hombres, lo que significa que para todo el mercado laboral, el acoso sexual amplía la brecha salarial de género al producir tres veces más transiciones salariales negativas para las mujeres que para los hombres. Sobre lo mismo, muestran que sobre la base de que mujeres y hombres ganen un mismo salario en un lugar de trabajo, aún existe una brecha de un 4,7% de ganancia salarial al trabajar en un sector “típico de un hombre” en comparación con uno “típico de una mujer”.

Con ello los autores concluyen primero que, hay un gran costo en el bienestar de aquellas personas pertenecientes a una minoría de género en un lugar de trabajo, y que la evidencia demuestra que es cercano al doble. También encuentran que en la mayoría de los lugares de trabajo coexiste un grupo de riesgo con alta disposición a pagar para reducir el acoso, junto con otro grupo de menor riesgo con baja disposición, lo que implica que los empleadores pongan un menor esfuerzo en la solución.

Dado lo anterior, si bien es complejo calcular el efecto del acoso sexual sobre la equidad de género en el mercado laboral, hasta el momento se atribuye cerca del 10% de la diferencia bruta en salario a este tipo de discriminación. Esto es sólo una parte de por qué es necesario observar el impacto del acoso sexual en el mercado laboral de Chile.

Referencias:

[1] OCDE (2021). “Igualdad de género en Chile : Hacia una mejor distribución del trabajo remunerado y no remunerado”. Extraído de: https://www.oecd-ilibrary.org/sites/c7105c4d-es/index.html?itemId=/content/publication/c7105c4d-es

[2] Olle Folke, Johanna Rickne, Sexual Harassment and Gender Inequality in the Labor Market, The Quarterly Journal of Economics, 2022. Extraído de: https://doi.org/10.1093/qje/qjac018

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