Autor invitado: David Kohn, profesor del Instituto de Economía de la Universidad Católica
En momentos de bajo crecimiento, las autoridades a cargo de la política económica suelen verse tentadas de depreciar la moneda nacional para mejorar la competitividad de sus exportaciones. En otras ocasiones, las crisis pueden gatillar depreciaciones bruscas y los optimistas se consuelan con un esperado aumento de las exportaciones. Sin embargo, la evidencia muestra que las exportaciones responden lentamente en estos episodios.
Una posible explicación para este fenómeno es que las firmas exportadoras dependen de manera importante del crédito y suelen contraer deuda en moneda extranjera. Al producirse una devaluación, la deuda se vuelve más costosa en moneda doméstica (“efectos de hoja de balance”), lo que disminuye el acceso al crédito de las firmas. Este mecanismo contrarresta, en parte, el efecto positivo de las devaluaciones en los beneficios de los exportadores. En un trabajo de investigación reciente[1], desarrollamos un modelo económico consistente con este mecanismo para estudiar en qué medida las restricciones de crédito que enfrentan las firmas condicionan y determinan la respuesta de las exportaciones agregadas en episodios de grandes devaluaciones.
En el mencionado trabajo mostramos que la devaluación reduce el acceso al crédito de las firmas, afectando negativamente su inversión y ventas totales. Sin embargo, encontramos que estos canales explican sólo una modesta fracción del aumento gradual de las exportaciones agregadas. La razón es que las firmas que exportan una baja proporción de sus ventas totales pueden aumentar sus exportaciones reasignando recursos y ventas desde el mercado doméstico, aun cuando no puedan incrementar su capacidad productiva debido a las restricciones crediticias. Usando datos de la devaluación de México ocurrida en diciembre de 1994, encontramos que las firmas que vendían una menor proporción de su producción total al mercado externo fueron las que más aumentaron sus exportaciones, de manera consistente con nuestro modelo.
Nuestros resultados resaltan la importancia de considerar canales alternativos para explicar la lenta respuesta de las exportaciones en estos episodios. Uno de ellos es que la firmas enfrentan costos fijos para comenzar a exportar (por ejemplo, adaptar sus procesos productivos, establecer una red de distribución para sus productos, etc.). Como algunos de estos costos son hundidos, las firmas deciden si incurrir en ellos comparándolos con el valor presente de los beneficios futuros de exportar. Entonces, las altas tasas de interés que caracterizan estos episodios y la incertidumbre sobre la persistencia de los nuevos –y atractivos- precios relativos, desalientan a las firmas a incurrir en dichos costos. Adicionalmente, la dificultad de encontrar clientes en los mercados externos, el aumento de los costos de los insumos importados y la rigidez de los precios en los mercados de exportación también podrían explicar el lento aumento de las exportaciones ante una devaluación.
Las decisiones de exportación de las firmas son procesos que llevan tiempo y están sujetos a riesgo, al igual que otros tipos de inversiones. La moraleja es que intentar incentivar las exportaciones con devaluaciones –incluso sin restricciones financieras- puede ser poco efectivo como sustituto de políticas orientadas a mejorar la productividad de las firmas a través de mejoras de infraestructura, mejoras en los procesos de exportación, o el establecimiento de reglas claras y constantes en el tiempo.
[1] Kohn, D., F. Leibovici y M. Szkup, 2019, “Financial Frictions and Export Dynamics in Large Devaluations.”