Autora: Josefina Guridi.
Ante el espectacular crecimiento económico de China, Thomas Friedman (2009), columnista del New York Times, escribió:
«One-party autocracy certainly has its drawbacks. But when it is led by a reasonably enlightened group of people, as China is today, it can also have great advantages. That one party can just impose the politically difficult but critically important policies needed to move a society forward in the 21st century.» (párr. 2).
Su cuestionamiento del aporte de la democracia al crecimiento económico es una creencia común. A ello ha contribuido no solo el desempeño de China, sino también el ensombrecimiento de la llamada Primavera Árabe y el aumento de gobiernos populistas en países de Occidente.
Contrario a esta concepción de que la democracia es irrelevante o incluso negativa para el crecimiento económico en algunos contextos, el estudio de Acemoglu, Naidu, Restrepo y Robinson (2017) encuentra evidencia positiva del impacto de la democracia en el crecimiento. Observando una muestra de 175 países entre 1960 y 2010, los investigadores estiman que la transición a un régimen democrático aumenta el PIB per cápita entre un 20 y un 25%, transcurridos 25 años.
Determinar el efecto causal entre la democracia y el crecimiento económico no es un ejercicio sencillo. No es suficiente comparar las tasas de crecimiento entre democracias y países con otros regímenes políticos en algún momento. Por ejemplo, no es comparable el crecimiento de China con el de Francia en las últimas décadas, ya que el PIB per cápita chino en el año 1960 era 1/20 del francés, siendo su espacio de crecimiento mucho mayor. Por ello, la gran incógnita es cómo lo habría hecho un país con una forma de gobierno distinta a la democracia. Para solucionarlo, los autores estudiaron los “switchers”, los cambios entre sistemas políticos de los países y compararon las trayectorias del crecimiento de dichos países.
Uno de los desafíos que presenta la comparación entre economías es la caída temporal en el crecimiento del PIB que suele preceder la democratización, lo cual significa que si no hay una modelación y estimación correctas de las dinámicas del PIB, las conclusiones pueden resultar erróneas. Pero más allá de ello, este patrón descubre las trayectorias de crecimiento de las democracias: los problemas económicos hacen colapsar los regímenes dictatoriales, dando paso a democracias que en un principio tienden a crecer menos para luego resurgir, llegando a ser 20% más ricas luego de 25 años.
Otra creencia común que el estudio desmitifica es que las formas de gobierno no-democráticas son mejores alternativas para países más pobres, que no cumplen las condiciones para tener regímenes menos dictatoriales. La investigación descarta la hipótesis de que las no-democracias tienen efectos positivos causales en el crecimiento de los países más pobres, ya que observa un impacto de la democracia que no depende del nivel de desarrollo del país.
Ante estos resultados, resulta lógico cuestionarse por qué las democracias contribuyen al crecimiento económico, o dicho de otra forma, cuáles son los mecanismos mediante los cuales las democracias afectan al crecimiento. Observando las variables que aumentan luego de la democratización, los autores sugieren factores que podrían explicar esta relación, tales como, reformas económicas pro-crecimiento, mayor inversión en bienes públicos relacionados con la salud y la educación, y menor malestar social. Si bien los investigadores no pudieron establecer la causalidad, sí señalan como potenciales mecanismos claves los aspectos anteriormente mencionados.
Los resultados del artículo demuestran que la democracia contribuye al crecimiento económico pero no que facilita su mantención y, aunque se observa una relación causal entre la democracia y el crecimiento, no se afirma que sea el único sistema político que conduzca a ello. Es más, en estos tiempos donde el conflicto social y la desconfianza en las instituciones parecieran ir en aumento, se hace imperativo entender los beneficios de la democracia y sus fallas.
La razón de ser de la democracia se basa en valores compartidos por la sociedad, no en el crecimiento económico como un fin, el cual sin embargo, es una consecuencia grata y (quizás) necesaria para la subsistencia del sistema político.
Fuentes:
Acemoglu, D., Naidu, S., Restrepo, P. & Robinson, J. A. (2017). Democracy Does Cause Growth. The University of Chicago Press Journals, 127(1), 47-100. https://doi.org/10.1086/700936
Friedman, T. L. (8 de septiembre de 2009). Our One-Party Democracy. The New York Times. https://www.nytimes.com/2009/09/09/opinion/09friedman.html