Autor: Edgar Kausel, Escuela de Administración UC.
Los seres humanos, por cierto, cometemos errores, como queda graficado en la expresión “errare humanum est”. Si bien esto puede sonar elemental, menos obvio resulta entender cuáles pueden ser errores sistemáticos cuando tenemos que tomar decisiones bajo incertidumbre.
En economía, hasta hace relativamente poco, los errores eran considerados como meramente probabilísticos y no dignos de ser estudiados. Sin embargo, en años más recientes ha habido un creciente interés en examinarlos, lo que se ve reflejado en sub disciplinas como la economía del comportamiento (behavioral economics) y dos premios nobel en temas relacionados: el de Daniel Kahneman en 2002 y el de Richard Thaler en 2017.
Dentro de los sesgos, hay uno que es particularmente recurrente y ha fascinado a muchos: el exceso de confianza. Esto se refiere a tener más confianza en sí mismo o en las predicciones que uno hace respecto a lo que sugieren los datos. Es un sesgo sin duda importante: Thaler ha dicho que probablemente el hallazgo más robusto en la psicología de la toma de decisiones es que los humanos tenemos consistentemente exceso de confianza; Kahneman ha mencionado que es el sesgo que eliminaría si tuviera una varita mágica.
Dado esto, quisimos investigar cuáles son las consecuencias de tener exceso de confianza en empresas, específicamente, en lo que hacen gerentes generales. Investigaciones previas sugieren que varios gerentes generales tienden al exceso de confianza y que existen diversos errores asociados.
Por ejemplo, diversos estudios sugieren que muchos gerentes generales tienden a sobreestimar el éxito de sus decisiones corporativas, subestiman la variación de la rentabilidad de las acciones y atribuyen que los logros de sus empresas se deben a su propia habilidad en lugar de factores externos como los macroeconómicos.
A pesar de esto, el exceso de confianza puede tener aspectos positivos quizás menos evidentes. Por ejemplo, modelos de biología evolutiva sugieren que el exceso de confianza puede ser una señal de ambición para otros, los que con el tiempo puede llevar a que finalmente los organismos tengan más probabilidad de éxito.
Quizás debido a esto, los gerentes generales con exceso de confianza tienden por un lado a recibir más financiamiento externo. Además, internamente (dentro de la compañía), el exceso de confianza aumenta el compromiso de los trabajadores porque se sienten más confiados de que sus esfuerzos se van a traducir en el logro de objetivos.
En un articulo que publicamos junto a cuatro colegas[1] (Tomás Reyes, Roberto Vassolo, Diamela Peña, Stephen Zhang), integramos varias bases de datos financieras con numerosas empresas y gerentes del período 1992 – 2015. Quisimos estudiar si las empresas con gerentes generales con exceso de confianza tenían mejores resultados que las que no. Consistente con lo que han hecho otros autores, definimos como exceso de confianza hasta qué punto los gerentes generales mantienen acciones cuyo valor es más de 66% más alto que el precio de ejercicio de dicha acción. Como rendimiento de la empresa consideramos la rentabilidad financiera y medidos en ROE (Return on Equity) y Q de Tobin.
Además, examinamos si esta relación entre exceso de confianza y rendimiento cambiaba en períodos de expansión o recesión económica (ej: las del 2001 y 2007-2009).
¿Qué encontramos? Usando diversas técnicas econométricas encontramos de manera robusta que, en períodos de expansión, las empresas de gerentes generales con exceso de confianza tenían mejores resultados que aquellas cuyos gerentes generales no mostraban signos de exceso de confianza. En períodos de recesión, esta diferencia se reducía y tendía a desaparecer. Curiosamente, y en contra de lo que esperábamos, en períodos de recesión, el exceso de confianza no tenía un efecto negativo (en relación a falta de exceso de confianza) en el rendimiento de la compañía.
¿Cuáles son las implicancias de estos hallazgos? Por un lado, el exceso de confianza puede tener aspectos negativos relacionados con errores sistemáticos en toma de decisiones. Desde esta perspectiva, en la esfera personal, es mejor cuestionarse permanentemente la toma de decisiones. Sin embargo, esto es distinto en la esfera más pública o social, lo que es especialmente cierto cuando “las cosas andan bien” (en períodos de expansión). Acá el mostrarse confiado y tomar decisiones firmes y resueltas (algo arriesgadas) tiende a tener efectos en el mercado y en los miembros de la propia organización.
Es una señal de que la organización está saludable, lo que da confianza en el mercado de que se podrá llegar a ciertas metas, y al mismo tiempo da más “sentido” a los propios trabajadores, ya que su esfuerzo servirá para lograr las metas que se establecieron. El exceso de confianza, entonces, no pareciera ser una estrategia tan errática después de todo, al menos en algunos contextos.
[1] https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/1476127020930659