Autor: Emilio Depetris-Chauvin, Instituto de Economía Pontificia Universidad Católica de Chile.
Cada vez que una selección de fútbol juega un torneo internacional, como la Copa América o el Mundial, somos testigos de manifestaciones de fervor, orgullo, y sentimientos de unidad nacional. ¿Representa esto una efímera banalidad patriótica o podría trascender más allá de una competencia internacional?
Existe una idea, bastante vieja, que el éxito en competiciones deportivas importantes puede fortalecer la identidad nacional. Esta idea fue de hecho llevada a la práctica por muchos líderes políticos, desde Hitler hasta Mandela. El famoso historiador británico Eric Hobsbawn estaba convencido de que el fútbol tenía la capacidad de convertirse en un símbolo de identidad nacional.
En una publicación reciente en el American Economic Review con mis colegas Filipe Campante y Ruben Durante, examinamos si el fútbol efectivamente puede afectar las actitudes y comportamiento de los individuos en África Subsahariana; una región donde el problema de la construcción de una identidad nacional es particularmente relevante. En efecto, muchos países de esta región están plagados de divisiones étnicas que en reiteradas ocasiones llevaron a conflictos violentos.
En primer lugar, analizamos encuestas de hogares que, entre otras cosas, preguntan a los encuestados en varios países de la región si prefieren identificarse más con su grupo étnico que con su país. Comparando respuestas de personas encuestadas en momentos anteriores a partidos de fútbol con las personas encuestadas momentos después podemos indagar si partidos de fútbol tienen un efecto sobre la identidad reportada.
Encontramos que cuando el equipo nacional gana partidos realmente importantes como en el Mundial o la Copa África de Naciones, los encuestados son menos propensos a identificarse con su grupo étnico y más con su país. También son más propensos a manifestar que confían más en individuos de otros grupos étnicos. Esto es mucho más fuerte cuando la selección nacional es más diversa en términos de la composición étnica de sus jugadores, lo que sugeriría que estos sucesos deportivos evidencian los aspectos positivos de la colaboración inter-étnica.
Pero, ¿cuánto importan estos resultados en la práctica? Encontramos que los éxitos de las selecciones nacionales africanas también tienen un efecto tangible en la incidencia de conflicto civil. Para estudiar esto, utilizamos el hecho que en la clasificación a estas competencias importantes muchos equipos llegan a la última fecha con verdaderas chances; unas selecciones clasifican, otras no.
Los países cuyas selecciones clasifican experimentan una caída significativa y persistente del conflicto en el periodo inmediatamente después. Esto sugiere que estos eventos pueden proveer una ventana de oportunidad durante las cuales puedan alcanzarse soluciones duraderas. Un ejemplo claro fue la importancia de la clasificación de Costa de Marfil al mundial del 2006 y el rol de su capitán, Didier Drogba, para el proceso de paz en ese país.
Resumiendo, nuestros resultados indicarían que al menos en el contexto de África, el fútbol tiene el poder de fortalecer las identidades nacionales y favorecer la paz. Obviamente, podría ser que las mismas propiedades catalizadoras de identidad nacional pudieran virar hacia una dirección no tan grata. Por lo tanto, mientras disfrutamos (y suframos) un Mundial o una Copa América, esperemos que estas emociones liberen fuerzas de comunión y no de división.