Por Patricia Jiménez
En abril de 2021 doce clubes europeos anunciaron una noticia que remeció al mundo del fútbol: la creación de una nueva competición entre los mejores equipos del continente, la Superliga. La UEFA, histórica organizadora de los campeonatos entre los clubes de Europa, como la Champions League o la Europea League, demostró su oposición, presentando una demanda frente al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), reclamando que se requería de su previa aprobación para la creación de nuevos campeonatos. Otra preocupación para los opositores de este nuevo campeonato es el elitismo en la selección de los participantes, que serían los equipos más grandes y ricos de Europa, descartando las posibilidades de ascender a la Superliga para los equipos más pequeños. Además, al ser una competencia estable con la presencia de los equipos más populares de Europa, resultaría más atractiva para los operadores de televisión, permitiéndole tener acuerdos de derechos televisivos más lucrativos. Estos factores ampliarían la brecha entre los equipos más pobres y ricos del continente, perjudicando el desarrollo justo y competitivo del fútbol.
Pocos días después, la Superliga se defendió presentando una contrademanda frente al Tribunal acusando a la UEFA de abusar de su posición dominante y perjudicar la libre competencia, lo que fue acogido por el TJUE.
En efecto, el 21 de diciembre de 2023 el TJUE emitió un sorpresivo fallo declarando ilícito el reclamo de la UEFA y que, por lo tanto, no podía prohibir ni sancionar la nueva competición o la participación en esta. Según el TJUE, se podría determinar que la UEFA y la FIFA ejercieron un abuso de posición dominante, limitando la libre competencia dentro de la industria.
Este fallo tiene consecuencias significativas para el fútbol europeo. Abre las puertas a que la Superliga se convierta en una realidad y genere un quiebre en el monopolio de la UEFA como organizadora de las competencias. Dado que las competiciones de fútbol y su difusión en los medios son actividades económicas, deben cumplir con las normas de libre competencia como cualquier otra.
Sin embargo, la realización de la Superliga podría impactar negativamente en las ligas nacionales, comprometiendo su atractivo y transmisión televisiva, lo que afectaría su viabilidad a largo plazo. Esto representa un importante desafío puesto que amenaza la estabilidad y sostenibilidad del fútbol europeo.
Se trata de un tema abierto que deja entrever que la libre competencia también llega al fútbol.
