Por María Carolina Evans, de FK Economics
El crimen y la violencia se encuentran en el foco de las noticias y el debate público hoy en nuestro país. Algunos argumentan que hay que incorporar medidas más duras mientras que otros señalan que simplemente se debe ejercer mejor la ley. Tal vez es el momento para buscar más alternativas que pueden parecer innovadoras. Es en este contexto en que la terapia, específicamente la terapia cognitiva conductual, podría jugar un rol.
La terapia cognitivo conductual es un tipo habitual de terapia de conversación (psicoterapia), que te ayuda a tomar conciencia de pensamientos imprecisos o negativos para que puedas visualizar situaciones exigentes con mayor claridad y responder a ellas de forma más eficaz. “La terapia cognitivo-conductual es un enfoque para reducir las creencias y conductas autodestructivas y fomentar las positivas. (…) el terapeuta intenta ayudar al paciente a ser más consciente de sus pensamientos automáticos nocivos, especialmente de los pensamientos inexactos o negativos sobre sí mismo o sobre otras personas. Ayudan a los sujetos a reconocer y responder de forma diferente a estos pensamientos, lo que les permite responder a las situaciones cotidianas de manera más constructiva” (Blattman et. al, 2023).
Blattman et. al (2023) evaluaron el impacto de largo plazo de un programa implementado en Liberia a jóvenes con antecedentes penales, llamado Sustainable Transformation of Youth in Liberia o STYL. El programa se centraba en tres tipos de cambio de comportamiento relacionados entre sí. En primer lugar, enseñaba habilidades de autocontrol. En segundo lugar, enseñaba a cómo afrontar la ira, la violencia interpersonal y las situaciones amenazadoras. En tercer lugar, STYL intentaba ayudar a los hombres a aprender a comportarse e identificarse como miembros normales de la sociedad y no como marginados o delincuentes.
Para poder evaluar el impacto del programa, se designó aleatoriamente a los participantes a cuatro grupos, los cuales recibieron distintas intervenciones: (i) recibieron sólo terapia, (ii) recibieron sólo efectivo, (iii) recibieron terapia y efectivo y (iv) corresponde al grupo de control. La terapia consistía en una intervención de terapia cognitivo conductual de 8 semanas que combinaba terapia no clínica en grupos con asesoramiento individualizado. El efectivo consistía en recibir $200 en efectivo para libre uso.
Cabe mencionar que en un trabajo anterior de los mismos autores se midieron los efectos de corto plazo de dicho programa, encontrando que el efectivo por sí solo y la terapia por sí sola redujeron inicialmente la delincuencia y la violencia, pero los efectos se disiparon con el tiempo. Por su parte, encontraron que cuando el efectivo siguió a la terapia, la delincuencia y la violencia disminuyeron drásticamente durante al menos un año.
Al evaluar los efectos del programa STYL a lo largo de 10 años, Blattman et. al (2023) encuentran que, en lo que respecta a los hurtos y los robos, cada participante en la terapia provocó al menos 200 delitos menos en los 10 años siguientes al programa. Los autores calculan que, considerando el costo total del programa (terapia + efectivo) disminuir cada crimen de este tipo costaría $2.50 haciendo el programa bastante costo efectivo. Adicionalmente, los autores encuentran que los efectos del programa se concentraron en la parte de la muestra más implicada en la delincuencia y la violencia al inicio del estudio, sugiriendo que es más rentable centrarse en los jóvenes más violentos y antisociales. Por último, los autores señalan que los efectos son mayores y más duraderos cuando la terapia se combina con una ayuda económica única, aunque, la diferencia entre los tratamientos (i) y (iii) no es estadísticamente significativa.
Los hallazgos de los autores sugieren que implementar programas de terapia cognitiva conductual (con o sin ayuda financiera) a personas con antecedentes penales puede ser una buena herramienta para evitar que éstos vuelvan a incurrir en delitos y así disminuir el crimen y la violencia en el país, tanto en el corto como en el largo plazo.
Referencias
Blattman, C., J. Jamison, & M. Sheridan (2017). Reducing crime and violence: Experimental evidence on adult noncognitive investments in Liberia. American Economic Review 107(4), 1165-206.
Blattman, C., Chaskel, S., Jamison, J.C. & Sheridan, M. (2023). Cognitive Behavior Therapy Reduces Crime and Violence over 10 Years: Experimental Evidence. American Economic Review: Insights, 5 (4): 527-45.