¿Qué tan endeudado estamos?

Autores: Arturo Claro y Pelayo Herraiz.

 

Cuando enfrentamos dificultades, decidimos emprender o simplemente nos queremos dar un gusto, la deuda es una herramienta que nos puede ayudar. Traspasamos ingresos del futuro al presente y decidimos gastarlo hoy porque lo necesitábamos o se nos dio la gana. Este último punto es fundamental, ya que la deuda en sí misma no es un problema, de hecho, es una herramienta muy útil siempre y cuando esta se pueda pagar en el futuro. Esto es cierto en todos los niveles, incluido a nivel país.  

En los últimos años, para dar abasto a las mayores demandas sociales junto con enfrentar las enormes crisis sanitarias y económicas Chile ha aumentado su gasto fiscal sin que los ingresos del gobierno hiciesen lo mismo. Esto implicó un aumento sustancial de la deuda desde el año 2008.

Los números sorprenden, el 2020 el déficit fiscal de 7,3% PIB ha sido el más grande de las últimas dos décadas y la deuda creció en un 733% desde el 2007. El Estado sigue y sigue acumulando obligaciones financieras desde el 2007.

Al respecto, surgen muchas dudas; nosotros destacamos cuatro: ¿Qué significan esos niveles de deuda? ¿Cuánto nos gastamos al año en pagarla? ¿Qué deuda tenían los otros países desarrollados? ¿Es sostenible en el tiempo que sigamos así? Así, el foco de esta columna no es comentar sobre la justificación de los niveles de deuda alcanzados, que en buena parte se explican por las ayudas sociales en pandemia, si no más bien, responder dichas interrogantes.

Vamos por partes. Como dijimos antes, esos niveles de deuda significan que en un futuro no tan lejano tendremos que devolver ese más del 39,7% del PIB y serán las generaciones más jóvenes quienes tendrán que asumir ese pequeño pago de 129.299 millones de dólares (que se espera que siga subiendo).

Por otro lado, cada peso gastado en pagar las obligaciones es un peso que no se gasta en atender otras urgencias sociales. El Indicador de Servicio de la Deuda mide el porcentaje de los ingresos estatales que se destinan al pago de amortizaciones e intereses de la deuda del Gobierno Central y entrega una idea de cuán relevante es el peso de la deuda dentro del presupuesto público de cada año. Lo deseable es que esta medida presente un nivel bajo.

El indicador nos revela que el 2020 utilizamos el 28% de nuestros ingresos en el pago de amortizaciones e intereses. Lamentablemente, este se encuentra dentro del porcentaje crítico típicamente establecido por el Fondo Monetario Internacional (25-35%), y seguramente al año 2024, con una deuda bruta cercana al 40% estaremos peor.

Por otro lado, nos damos cuenta también que entre el 2000 y el 2010 la deuda nos costó un 9,5% de nuestros ingresos en promedio simple, mientras que del 2011 hasta el 2020 nos costó una porción significativamente mayor del 14,7%. La deuda cada vez nos sale más cara.

El 28% del último año equivalen a $11.178.471 millones o US $15.525 millones. Es decir, la deuda nos costó el año pasado aproximadamente 4,2 veces el presupuesto del Ministerio de Obras Públicas o 2,9 veces el presupuesto del Ministerio de Vivienda.

Esa cifra es el equivalente aproximado a construir 146 hospitales como el de Padre las Casas, que beneficiará y otorgará servicios de salud a más de 383.000 personas al año durante décadas. También podría construir 1.080 escuelas públicas o financiar durante 5,5 años las prestaciones del GES para 15 millones de personas.  Sacrificamos gastar mañana para gastar más hoy.

En esa línea, ¿Cuál fue el patrón de deuda de los países que alcanzaron el desarrollo? Si bien se sabe que las condiciones de hoy no son normales, un análisis comparativo con los países OCDE nos puede ayudar a situarnos. Utilizando los datos del PIB y población de las Penn World Tables[1] y los datos de deuda históricos del FMI, encontramos que los países desarrollados tenían en promedio un nivel de deuda del 45,6% del PIB cuando tenían nuestro nivel de PIB per cápita.  Si es que eliminamos a Israel que tenía niveles extra normales, ese promedio baja a 42,8%. Actualmente la DIPRES proyecta que el 2024 la deuda será de 39,7%. Asimismo, con frecuencia se señala que para las economías en desarrollo y emergentes, como la chilena, el 40% es la relación deuda/PIB considerada como umbral, la cual no debería ser sobrepasada a largo plazo (IMF, 2002; Ostry et al. 2010).

Igualmente, un estudio del Centro de Estudios Públicos (Cordero y Villana, 2020) compara a Chile con otros países emergentes con posiciones fiscales sólidas. Utilizando para su selección un ranking publicado en un artículo de The Economist[2]. Al revisar la deuda bruta como porcentaje del PIB de este grupo de países, se observa que el promedio de deuda es de un 35,6% el 2020, cerca de Chile.

Por último vale la pena también observar los ingresos fiscales de cada país de la OCDE cuando tenían nuestro mismo PIB per cápita.  Encontramos que, en promedio, la deuda era 1,23 veces los ingresos del gobierno y 1,16 al descontar a Israel.  Chile el 2019 tenía esa misma relación Deuda/Ingresos, sin embargo, actualmente la DIPRES proyecta que para el 2024 ese ratio será 1,74. La relación actual gasto ingresos no es sostenible en el tiempo y si seguimos así, inevitablemente llegaremos al default tan conocido por algunos de nuestros países vecinos.

Esto es especialmente relevante ahora que el país se encuentra ad-portas de elaborar una nueva constitución. La intuición nos dice que si es que se redactan nuevos derechos sociales el Estado tendrá que aumentar su gasto considerablemente para asegurar que sean garantizados. Financiar la agenda futura es una decisión tomada democráticamente por todos los chilenos, no podemos ponerla en riesgo.

 

 

[1] PIB real del lado del producto en PPA encadenadas: Informa el producto interno bruto (PIB) real basado en el gasto en millones de dólares estadounidenses de 2017 a tasas de paridad del poder adquisitivo encadenado (PPA). El PIB real del lado del producto permite comparar la capacidad productiva entre países y a lo largo del tiempo.

[2] “Which emerging markets are in most peril?”, The Economist, 02 de mayo de 2020.

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