Autor: Carlos Fardella K., economista FK Economics.
Chile es un país de desastres naturales, constantemente experimentamos terremotos, aluviones, erupciones volcánicas y en el último tiempo también incendios. Después de cada acontecimiento queda la duda acerca de cuál es la mejor forma de brindar ayuda a las familias que sufren los efectos de estos desastres naturales. Esto es parte de lo que investiga la autora Hanna Schwank en su trabajo “Disruptive Effects of Natural Disasters: The 1906 San Francisco Fire”.
Este trabajo, tal como se menciona en su título, estudia el efecto que tuvo el terremoto de San Francisco de 1906 y su subsecuente incendio en la vida de las personas afectadas, tanto en el corto como en el largo plazo. En específico, se estudian una serie de características socioeconómicas de los afectados como son migración, situación laboral, salarios, educación, entre otros.
Para realizar lo anterior, la autora utiliza un gran número de fuentes, siendo las principales los Censos de 1900 a 1940 de Estados Unidos y una base de datos geográfica creada por ella que permite geolocalizar el hogar de cada individuo que vivía en San Francisco antes y después del desastre natural.
El principal problema con el cual se encuentra la autora a la hora de buscar el efecto de los incendios en las personas es que el lugar particular donde comenzaron los incendios no es aleatorio. En específico, ocurrieron en su mayoría en distritos industriales y comerciales, es decir, en lugares donde existe una mayor productividad económica. Por lo tanto, si simplemente comparamos después de la catástrofe la situación de las personas en lugares afectados versus lugares que no presenciaron incendios, obtendremos resultados erróneos.
Ahora bien, para poder encontrar el real efecto que tuvo el desastre natural en la vida de las personas, la autora encuentra que si bien donde comenzaron los incendios no es aleatorio, si es aleatorio (para las personas) donde terminaron, ya que se debe a factores como la existencia de agua o la dirección del viento en ese momento. Por ende, se puede estimar el real efecto del desastre natural comparando a personas que estén justo en los bordes de donde terminaron los incendios, es decir, comparar personas a las cuales se les quemó su casa cuando estaba terminando el incendio, respecto de personas que se salvaron por unos cuantos metros de éste, ya que en promedio ambos grupos de personas debiesen ser iguales (lo único que los diferencia es estar dentro o fuera del alcance del incendio).
Teniendo una estrategia para estimar de forma precisa el efecto de la catástrofe, los resultados de la autora se resumen en efectos de corto y largo plazo. Dentro de los primeros, se documenta que las personas afectadas presentan una mayor migración hacia la periferia de San Francisco, se deben cambiar a trabajos con menores salarios, y son menos probables de tener un emprendimiento. Además, las mujeres y niños de hogares afectados son más probables de entrar a trabajar, lo que significa una menor educación para los últimos, comparado con niños que no fueron afectados por los incendios.
En el largo plazo, es decir, pasado 10 años de la catástrofe, la mayoría de los efectos antes descritos desaparecen. En otras palabras, las familias que migraron a las afueras de San Francisco parecen volver a dicha ciudad, encontrando trabajos con mejor sueldo. Más aún, los niños (que ahora son adultos) de dichos hogares parecen no tener menores salarios que los niños que no fueron afectados, a pesar de tener una menor educación. El único efecto que parece ser persistente en el tiempo es el del emprendimiento, ya que se sigue encontrando que los hogares afectados son menos probables de emprender, incluso traspasándose dicho efecto hacia los niños.
Todo lo anterior propone implicancias interesantes para las políticas públicas. Primero, supone que las ayudas debiesen ser en su mayoría de corta duración, especialmente dirigidas para que los niños afectados por la catástrofe no deban terminar prontamente el colegio, ofreciendo subsidios a las familias afectadas de manera que su ingreso no se vea disminuido. La única ayuda que debiese considerarse en un plazo más extenso es a la innovación y emprendimiento.
Ahora bien, dichas implicancias deben ser miradas con cautela, ya que no necesariamente lo que ocurrió en San Francisco a principio del siglo XX es extrapolable a lo que puede suceder en Chile más de 100 años después debido a un terremoto o tsunami, pero abren las puertas a debatir acerca de cuáles son las mejores formas en las que un Estado puede ayudar a los más damnificados de una catástrofe.