Autores: Rodrigo Castro y Andrés Meirovich, Genesis Ventures
Parte del desarrollo económico reciente de Chile se debe al avance de industrias, fundamentalmente exportadoras, tales como la minera, frutícola y acuicultura; y en la aparición de empresas grandes y competitivas incluso regionalmente (retail, forestal, minería, servicios financieros). Sin embargo, mantener la competitividad y generar nuevas avenidas de desarrollo requiere de innovación y adaptabilidad a nuevos modelos de negocio.
En este contexto, los emprendimientos de base científica y tecnológica (EBT o startups) tienen el potencial de cumplir un rol fundamental en nuestro desarrollo económico. Los EBT se distinguen por tener un desarrollo liviano en activos (la inversión es principalmente costos de operación) y desplegar modelos de negocios disruptivos, usualmente basados en desarrollos científicos y/o tecnologías de información y comunicaciones u otras tecnologías emergentes (inteligencia artificial, internet de las cosas, nanotecnología, robótica, entre otras).
Los EBTs exitosos generan efectos directos por su creación de valor. También tienen efectos indirectos al potenciar el ecosistema emprendedor y la competitividad de economía en general. En el caso de Reino Unido, existen estudios[1] que indican que por cada libra que se invierte en la industria de Capital de Riesgo (Venture Capital o VC), el impacto en la economía es de siete libras (una inversión de 4.100 millones de libras en VC y inversionistas ángeles generó un impacto de 28.700 millones de libras en el PIB). Este estudio aplica la metodología de insumo-producto sumando tres impactos distintos: impacto directo (efecto del VC sobre el PIB y empleos), el impacto indirecto (efecto cadena de suministro sobre PIB y empleos) y el impacto inducido (efecto del gasto de empleados en el PIB). En este contexto, durante 2015, unas 24.400 empresas recurrieron al financiamiento de capital riesgo o inversiones ángeles. Estas facturaron 29.200 millones de libras, lo que implicó un efecto sobre el PIB de 15.000 millones de libras y la creación de casi 200.000 puestos de trabajo. Este impacto fue equivalente al generado por el sector de productos químicos y superior al del sector de hotelería y alojamiento vacacional. La gran mayoría de los beneficiarios del VC e inversiones ángeles fueron microempresas y pequeñas empresas con menos de 50 empleados, de los sectores digital, financiero y salud y con una productividad más alta que el promedio. Esto fue suficiente para crear más de 480.000 puestos de trabajo, lo que fue equivalente al número total de trabajadores del sector mayorista y minorista en Reino Unido (ver el siguiente gráfico).
El VC consiste en la toma de participación en startups, con el fin de reforzar sus fondos para invertir en apoyar su crecimiento e implementar el plan estratégico definido por los emprendedores. El objetivo del VC es rentabilizar la inversión a mediano plazo (5-10 años), saliendo finalmente del proyecto. Asimismo, las fases de desarrollo de un EBT desde el punto de vista de financiamiento son: capital semilla, Serie A, Serie B y Crecimiento. Chile presenta un buen desempeño en la primera fase semilla pero el mercado es más débil en las siguientes (Series A, inversiones de entre US$ 1 a US$3 millones y Series B, es decir, inversiones para la etapa de crecimiento de las empresas, típicamente son entre US$ 4 y US$ 10 millones).
Chile tiene condiciones preferenciales dentro de nuestra región, pudiendo destacar tres elementos claves: seguridad legal de nuestro mercado, beneficios tributarios competitivos para los inversionistas extranjeros (en ciertas condiciones la tasa de impuesto frente a una ganancia de capital o distribución de dividendos es igual a 0%) y los programas de apoyo a la creación de fondos de VC impulsados por CORFO (adaptación de la experiencia Israelí[2]).
Aún con los 3 elementos anteriores, y si bien ha habido un crecimiento en los últimos años en cuanto al tamaño de la industria (que a 2020 alcanzó un flujo de USD 136MM y 31 transacciones[3]), todavía falta mucho por crecer para alcanzar el estándar y tamaño esperado para una economía como la chilena[4]. Para ello es fundamental impulsar un mayor número de transacciones (inversiones y salidas).
Gracias a los esfuerzos del estado a través de la CORFO, con programas con Start-up Chile, se ha fomentado el desarrollo de emprendimientos y financiamiento en etapas tempranas (financiamiento entre USD50,000 – USD300,000). Es importante destacar el impacto de este programa en relación al levantamiento de capital, creación de empleos, recaudación de impuestos, etc. Así por ejemplo, se han financiado más de 2,000 empresas, de las cuales 75% son extranjeras, con más de 5,000 fundadores. La tasa de sobrevivencia llega a casi el 50% de ellas. Este portafolio ha logrado ventas por 1,2 billones, ha levantado capital por 1,2 billones y en su conjunto la valoración del portafolio alcanza 2,1 billones. Actualmente se cuentan con 1 unicornio (valoración por sobre US$1 billones), 29 ponies (valoración por sobre US$10 millones) y 60 compañías ya han sido adquiridas. En términos de empleos, se han creado 15,000 puestos de trabajo, donde un 75% de las empresas mantienen operaciones en Chile. En el impacto específico en Chile, se puede mencionar que Startup Chile ha invertido US$58 millones en esta política pública. El actual portafolio de compañías ha generado ventas en Chile por US$321 millones y han pagado impuestos por US$61 millones[5].
En contraste, actualmente es muy difícil levantar financiamiento para etapas posteriores. Los fondos apoyados por CORFO financian generalmente cantidades de hasta USD2 millones por empresa. A partir de ese monto hay una brecha significativa y prácticamente no existen actores de VC en Chile financiando montos por sobre USD3 millones. La consecuencia de lo anterior es que a partir de esa etapa los casos exitosos se radican fuera de Chile para poder obtener las próximas rondas de financiamiento (casos como Cornershop y NotCo).
Ahora bien, se ha logrado avanzar mucho en la industria, pero para pasar a la próxima etapa se requiere que ingresen nuevos actores. Dentro de los nuevos actores relevantes que deberían participar están los family offices, que hoy miran este activo tímidamente[6]; grandes corporaciones a través de Corporate Venture Capital[7] e inversionistas institucionales (compañías de seguros, fondos de pensiones, otros fondos de inversión, etc) cuya presencia en esta industria en Chile es prácticamente nula.
En este último punto la evidencia internacional sugiere que en todos los países en que el VC ha crecido exponencialmente se debe en gran parte al rol de los inversionistas institucionales, incluyendo fondos de pensiones, invirtiendo en este tipo de activos[8].
Más aún, aunque una buena parte de los inversionistas institucionales ha tenido alguna exposición a esta clase de activos alternativos, sólo un pequeño grupo de VC han sido invertidos (cerca del 5%). Sin embargo, la evidencia empírica reciente contradice esa noción[9], demostrando que casi la mitad de los VC superan el desempeño de las empresas transadas en bolsa y, por tanto, habrían merecido la inversión institucional. Por último, es importante destacar que este resultado sólo considera las rentabilidades netas de comisiones de los VC entre 2009 y 2017 y por tanto dejaría fuera las recientes IPOs y SPACs (aperturas en bolsa) que implicaría que al menos el 75% de los VCs superen el desempeño de los índices del mercado bursátil americano.
Chile tiene todos los atributos para dar el salto y convertirse en el próximo hub de VC en Latinoamérica. El principal desafío está en transitar desde el actual esquema intensivo en aportes públicos a uno en que se potencie la inversión privada en VC, permitiendo que los Fondos de Pensiones, Compañías de Seguros, Family Offices y otros inversionistas tengan la capacidad legal e incentivos para invertir en la industria de capital de riesgo.
[1] Oxford Economics, (2017), “The Contribution to the UK Economy of Firms using Venture Capital and Business Angel Finance”.
[2] Baygan, Günseli (2013) “Venture Capital Policies in Israel”. OECD Science, Technology and Industry Working Papers.
[3] LAVCA’s 2021 Review of Tech Investment in Latin America.
[4] Aunque Chile presenta el mejor desarrollo y condiciones de Latinoamérica, aún tiene un bajo nivel de sofisticación relativo a los mejores centros (Israel, Silicon Valley, Boston, Singapur, Inglaterra).
[5] Presentación de María de los Ángeles Romo, Gerente de Startup Chile en Diploma de Venture Capital, UAI (2021).
[6] Aunque hay experiencias interesantes tales como Grupo Ideas VC de la Familia Ibañez Atkinson, El Coigue Inversiones de la Familia Casanueva, Ingneus de la Familia Schiess, Inder Inversiones de la Familia Del Río y el Grupo Bethia de la Familia Heller Solari, entre otros.
[7] Actualmente hay unas pocas empresas que lo hacen (Telefónica, CMPC, Consorcio, Kaufmann, Masisa, Entel, GTD, Engie). El rol del Corporate Venture permitiría la innovación abierta, transformación digital de las empresas y aumentar las posibilidades de salida de los startups a través de más y mejores transacciones (a través de fusiones y adquisiciones). De acuerdo al estudio Corporate Venturing Latam del IESE (2020) aunque existen diversos factores internos y externos en la región, que hacen de esta un territorio más volátil que ecosistemas como Europa o Estados Unidos, ha habido una progresiva adopción por parte de las subsidiarias locales.
[8] Con la entrada de los Fondos de Pensiones Mexicanos (Afores) la industria de Venture Capital en ese país experimentó un crecimiento muy relevante, el número de fondos se multiplicó por 5 y el monto transado aumentó más del doble.
[9] Harris, R. A., T. Jenkinson, S. N. Kaplan, R. Stucke (2020) “Has persistence persisted in Private Equity? Evidence from Buyout and Venture Capital Funds” NBER Working Paper 28109.