Autor: Camila Pesce, economista FK Economics
Recientemente se entregó el premio nobel de economía 2020 a Paul R. Milgrom y Robert B. Wilson, ambos de la Universidad de Standford, «por sus mejoras en la teoría de las subastas e invenciones de nuevos formatos de subastas«.
En la realidad, las subastas parecen algo simple: quien más ofrece se lleva el premio en cuestión. Sin embargo, como han demostrado ambos autores, existen varios factores que pueden afectar quién se lleva el premio, por cuánto dinero y en qué condiciones.
El valor privado
Supongamos que dos personas participan de una subasta en la que el premio es una camiseta de fútbol firmada por un equipo. Resulta que uno de los participantes es fanático de este equipo mientras que el otro no. En esta subasta, la valoración por el premio es diferente para cada participante y no dependerá de la valoración que tiene el otro.
Con esto, probablemente será el fanático del equipo quien ofrecerá más dinero y por tanto se ganará la camiseta.
William Vickrey, ganador del mismo premio en 1996, trabajó con estos modelos de subastas en que los participantes tienen una valoración “privada” del bien.
La contribución de Wilson: el valor común.
Ahora, supongamos una subasta en que el premio es una caja llena de billetes. En este caso, el valor del premio (suma de los billetes) es común para quienes participan, pero no conocen el valor total.
En este caso, la apuesta de los participantes por el premio podría cambiar por distintas razones: ¿Qué pasa si uno de los participantes recibe pistas sobre el valor del contenido de la caja? ¿Cambiará la apuesta de los participantes dependiendo de lo que estimen los demás?
Los participantes de las subastas pueden recibir señales de la valoración de los otros participantes. De esta manera, cuánto apuesten por el premio no dependerá únicamente de su propia valoración, sino también de la información que le entreguen los demás. Es decir, la valoración de los participantes no es independiente.
La “maldición del ganador”
Supongamos ahora una subasta en que el premio es un tour gastronómico, y en el que cuatro personas deben indicar su apuesta en un sobre. Los participantes apuestan 50, 100, 75 y 150 mil pesos respectivamente. Con esto, es el cuarto participante quien se lleva el premio dado que apostó la suma más alta.
Sin embargo, inmediatamente después de ganar, este participante nota que los demás apostaron sumas menores que él, y por tanto su valoración por el tour gastronómico tendería a bajar (la valoración de los demás le sugieren que el valor del tour podría ser menor). Es más, después realizar el tour gastronómico, el ganador podría notar que su valor real era menor al que el apostó.
Esto se conoce como la “maldición del ganador”: el cuarto sobre-estimó el valor del premio y por eso ganó la subasta. Su apuesta fue muy alta y terminó en una situación peor en comparación con aquella en que hubiese perdido o no participado.
El ejemplo anterior también se puede encontrar en el sector público. Supongamos ahora que el Estado llama a una licitación para la construcción de una obra pública. Nuevamente, el valor de la licitación será igual para las empresas que participan, pero no conocen exactamente su valor. Ante esto, es posible que la empresa que gane la licitación haya ofrecido un valor mayor al que esta la entregará, dejándola en una situación peor a la anterior.
Adicionalmente, ¿Qué pasa si ésta sobre-estimación afecta las condiciones de la empresa y el proyecto? Puede que la empresa haya ofrecido un valor que exceda sus posibilidades de financiamiento o por el cual se termine cobrando más que lo que hubiese sucedido si no se hubiese sobre estimado el valor de licitación, haciendo así el proyecto inviable y/o ineficiente desde un punto de vista social.
La contribución de Milgrom: aplicación y subastas “híbridas”
El trabajo de Wilson permitió que el análisis de Milgrom incorporara tanto componentes “privados” como “comunes”.
Con esto, el académico encontró hallazgos clave a través de los resultados de la aplicación de la teoría a diferentes modelos de subastas, ampliando el conocimiento del campo, y demostrando que los participantes reciben mayores beneficios esperados cuando cuentan con mayor información sobre los valores estimados por los demás participantes.
Esta aplicación a diversos modelos ha permitido que se lleven a cabo subastas más eficientes tanto en un contexto privado como social.
Importancia de la contribución
El aporte anterior ha ayudado tanto a vendedores como compradores que utilicen modelos de subastas a lo largo del mundo. Adicionalmente, su aporte es especialmente relevante en materia de subastas públicas. Cuando aquello que se está subastando busca maximizar el bienestar social (y no necesariamente las ganancias), la teoría y aplicación de los modelos planteados por los autores permiten entender y anticipar la toma de decisiones relacionadas al ámbito público.
En esta línea, la Academia a cargo del Nobel indicó que en 1994 las autoridades de Estados Unidos utilizaron uno de los formatos de los autores para vender frecuencias de radio a operadores de telecomunicaciones. Tras esto, otros países habrían seguido el mismo rumbo.