Por María José Abud
Los desafíos de la automatización laboral en el empleo han tenido poco espacio en las agendas de los últimos gobiernos. Si bien para Chile aún la automatización laboral es incipiente, la nueva ola tecnológica es algo de lo que no podemos escapar y más temprano que tarde aterrizará en nuestro mercado laboral. De acuerdo con un reciente estudio realizado para el CEP, el 46% del empleo en nuestro país tiene riesgo alto o medio de ser automatizado, lo que equivale a más de 4 millones de puestos de trabajo (Abud, 2022). Cifra que podría estar subestimada por los aún inciertos alcances de la inteligencia artificial.
Son distintas fuerzas las que operan en el mercado laboral ante una nueva tecnología, en donde al menos tres deben ser consideradas. Una primera fuerza depende de la complementariedad o sustitución de los trabajadores con respecto a los avances tecnológicos. Históricamente, el reemplazo de humanos por máquinas ha afectado a trabajadores que realizan tareas rutinarias y con habilidades medias (Autor, Levy y Murnane 2003; Goos y Manning 2007). En el caso de esta nueva ola tecnológica, la inteligencia artificial amenaza no necesariamente tareas manuales sino también analíticas o que requieren de creatividad. Con asombro hemos visto como herramientas como las de Chat GPT puede diseñar un logo, solucionar problemas complejos o escribir un informe analítico. Por tanto, los nuevos avances tecnológicos no solo afectarían a los trabajadores de habilidades medias sino también aquellos en ocupaciones que requieren de habilidades altas.
Como segunda fuerza, tal como las nuevas tecnologías pueden reemplazar tareas humanas, también pueden crear otras aumentando la demanda por trabajo. Un clásico ejemplo es el surgimiento de los cajeros automáticos, los cuales se cuadriplicaron en Estados Unidos durante los 90. Los cajeros reemplazaron a los trabajadores en ciertas tareas, pero a su vez con el surgimiento de nuevos productos bancarios se crearon nuevos roles. Cambió la forma de relacionarse con los clientes surgiendo la figura del ejecutivo bancario, sin afectar el empleo de la industria (Autor 2015).
Finalmente, una tercera fuerza posible es que las tecnologías traigan un aumento en la demanda por el producto final, lo cual aumentaría la demanda por trabajo. Incluso si los humanos son sustitutos ante la nueva tecnología, si este efecto es suficientemente grande el impacto en el empleo puede ser positivo.
Todavía los alcances de la inteligencia artificial están por verse. En Chile, el primer gran desafío es que la automatización laboral sea efectivamente una agenda, la cual debe incluir -entre otras materias- generar más y mejor información tanto de la oferta como de la demanda por trabajo, para contar con mejores diagnósticos. Como también, una estrategia para preparar a los futuros trabajadores con las habilidades requeridas para que sean complementarios y no sustitutos de la inteligencia artificial. Siempre y cuando nos preparemos, las nuevas tecnologías pueden transformarse en una oportunidad para el mercado laboral, mejorando la calidad del empleo y la productividad de los trabajadores.
Referencias:
Abud M.J. 2023. Automatización laboral: diagnosticos y desafíos. Punto de Referencia N° 661. Disponible en: https://www.cepchile.cl/investigacion/automatizacion-laboral-diagnosticos-y-desafios/
Autor D.H, Levy F. y Murnane, R.J. 2003. The skill content of recent technological change: an empirical exploration. The Quarterly Journal of Economics 118 (4), 1279–1333. Disponible en: https://economics.mit.edu/sites/default/files/publications/the%20skill%20content%202003.pdf
Autor D.H. 2015. Why Are There Still So Many Jobs? The History and Future of Workplace Automation. Journal of Economic Perspectives 29 (3), 3–30. Disponible en: https://www.aeaweb.org/articles?id=10.1257/jep.29.3.3
Goos, M. y Manning, A. 2007. Lousy and lovely jobs: the rising polarization of work in Britain. The Review of Economics and Statistics 89 (1), 118–133. Disponible en: https://www.jstor.org/stable/40043079
